Peligrosa reticencia

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Vacunas en tiempos de posverdad

No necesariamente pertenecen a movimientos organizados. Intentan reivindicar una visión de la enfermedad que va más allá del paradigma biomédico. Quieren respuestas que no sean farmacológicas ni tecnológicas. Así describen especialistas a los llamados “antivacunas”. El problema mayor surge cuando éstos comparan, creen, difunden y valorizan informaciones que carecen de respaldo científico. ¿Cómo pueden los médicos restablecer confianzas en este contexto?

 

“No acepto que vacunen a mi guagua”. Con esa frase comenzó en 2012 el primer caso mediático en el que una madre se rebeló contra el programa obligatorio de inmunización. Como respuesta, el Servicio de Salud Talcahuano interpuso un recurso de protección requiriendo la vacunación de la recién nacida. Desirée Becerra, su madre, argumentó que su derecho era velar y elegir lo mejor para Emilia, su bebé. “No vacunaría a mi hija en un caso extremo, porque lo único que conseguiría una vacuna sería empeorar su salud”, afirma Desireé a Vida Médica, seis años después de la acción judicial.

“En Chile existe un calendario de vacunación obligatorio para todos los habitantes, que parte desde los recién nacidos, con edades y dosis aprobadas y recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, OMS, conocido como Plan Nacional de Inmunización (PNI)”, detallan desde el Departamento Jurídico de la Fundación de Asistencia Legal del Colegio Médico de Chile, Falmed.

El mismo año que se mediatizó el caso de Desirée, el Gobierno midió la confianza de las personas en las vacunas y del PNI entre 2008 y 2011, a través de un estudio exploratorio. En 2008 el 99,5% de los recién nacidos recibieron la vacuna BCG contra la tuberculosis, cifra que en 2011 se redujo a un 91,2%. La OMS informa que Chile presenta un alto estándar en comparación a otros países de la región en vacunación BCG. En 2016 registró un 97% de inoculación, comparado con Argentina un 92%; Colombia 88%, Perú 90% y Ecuador 84%.

 

ERRADICACIÓN DE ENFERMEDADES

“¿Qué hemos hecho bien para que los padres confíen en las vacunas?”, se pregunta el Dr. Humberto Soriano, presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría, Sochipe, al ser consultado por la aparición de grupos antivacunas.

En el siglo pasado las enfermedades infecciosas eran unas de las principales causas de muerte. “Hoy no es así”, recalcan desde la Sochipe. “En esa época cerca de 200 niños morían de sarampión al año”, expone el Dr. Soriano.

Cifras de la OMS indican que en 1980 a nivel nacional se registraron 3.844 casos de sarampión; en 2000, 1.958 casos. El Minsal informa que esta enfermedad fue erradicada hace más de 20 años, gracias al PNI. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) indicaba “el sarampión se considera eliminado de las Américas desde 2002”.

“Es maravilloso como las vacunas han significado una mejor salud para todos. En Chile, la inmensa mayoría de los padres creen en las vacunas y solo la excepción, no”, complementa el presidente de la Sochipe.

“Las vacunas están siendo víctimas de su propio éxito. Ya no vemos casos de sarampión ni polio. Erradicamos la viruela”, sostiene la epidemióloga y académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, María Paz Bertoglia.

En tanto, el secretario general del Colmed, Dr. José Miguel Bernucci, enfatiza: “Estamos a favor de todo programa de vacunación. El Colegio Médico hace un llamado a los movimientos antivacunas a no anteponer ideas que se basan en evidencia errada”.

 

PERFIL HETEROGÉNEO Y COMPLEJO

La investigadora de la Escuela Andaluza de Salud Pública, Maite Cruz Piqueras, autora de la publicación “Reticencia Vacunal: Análisis del discurso de madres y padres con rechazo total o parcial a vacunas”, cuenta a Vida Médica que las personas “en raras ocasiones” se identificaron con el colectivo antivacunas. Agrega que, más bien, se trataría de quienes dudan ante determinadas vacunas y buscan información complementaria antes de tomar una decisión. “Quiero insistir en que el perfil es muy heterogéneo, diverso y complejo”, aclara.

Concluye que se trataría de una “una reivindicación de otra forma de hacer frente a la enfermedad, no basada exclusivamente en la prevención y en el paradigma biomédico de respuesta farmacológica. Es decir, prefieren asumir ciertos riesgos y ante el surgimiento de un problema de salud poder responder de la forma más natural posible. Lo que intentan es reivindicar otra visión de la enfermedad que vaya más allá del paradigma biomédico y cuya solución no se asiente exclusivamente en una respuesta farmacológica y tecnológica. Así, estas personas buscan una protección natural para alcanzar un estado de salud como equilibrio”.

 

BENEFICIOS ECONÓMICOS Y POSVERDAD

En 1998, el médico británico Dr. Andrew Wakefield publicó un estudio que aseguró que existía un vínculo entre el autismo y la vacuna contra el sarampión, rubeola y paperas. En 2010, el Consejo General Médico del Reino Unido le prohibió continuar ejerciendo la medicina. Al año siguiente y luego de siete años de investigación, el British Medical Journal reveló que el médico y el centro hospitalario donde trabajaba urdieron un plan cuyo objetivo fue obtener beneficios económicos a causa del escándalo.

Para el Dr. Bernucci, los movimientos antivacunas se insertan en el contexto de la llamada posverdad. “Se observa que se equipara la evidencia científica de calidad con información no veraz. La medicina está muy afectada. Nuestras decisiones médicas se basan en evidencia científica”.

La académica María Paz Bertoglia fue invitada al matinal de la televisión pública para debatir con personas que se identifican en la objeción de las vacunas, con el objetivo de generar una discusión. La epidemióloga se negó a asistir al matinal y explicó sus razones profusamente en Twitter. Argumentó que estudios científicos e informaciones no veraces no pueden ser comparables ni presentables como equivalentes, obteniendo una gran caja de resonancia en la red social. Por ello, finalmente Bertoglia fue entrevistada en el canal de noticias que TVN tiene en el cable. Pero el matinal de televisión abierta exhibió de todas maneras un debate entre una médico y una pareja de padres objetores de vacunas, los que fueron increpados por las vulnerabilidades que la no vacunación introduce al sistema sanitario. El padre replicó que a el le gustarían que le dieran explicaciones por “los niños que mueren después de ser vacunados”.

¿La posverdad da un equilibrio y/o permite comparar información de sustento científico con aquélla que carece de evidencia? Investigadores, científicos y médicos concuerdan que la información en materias sanitarias debe ser tratada con responsabilidad y ceñirse a fuentes confiables y científicas.

El investigador del think tank Tren Digital, Daniel Halpern, dice que las noticias de éste carácter buscan persuadir; no son “ingenuas” y se dan el contexto de la crisis de confianza que viven las instituciones. Agrega que este tipo de mensajes tiene un efecto emocional y por lo tanto, “gatillan la comunicación”.

“El formato y el mensaje importan. Si validas un mensaje por medio de un formato ambiguo, puede confundir a la población. Queremos que llegue de forma clara a la ciudadanía. Debemos generar en la población una mirada crítica sobre este tipo de informaciones y que confíe en fuentes oficiales”, complementa María Paz Bertoglia.

Para graficar este fenómeno, un estudio realizado por el equipo de investigación de El Mercurio, detectó que 20 sitios web crearon por lo menos 80 noticias falsas entre enero y noviembre de 2017, las cuales, fueron compartidas, vistas o leídas en 3.507.083 oportunidades.

La investigación “Lado B de Internet: La verdad del comportamiento online en una era de mentiras”, realizada por Tren Digital y Mediainteractive, concluyó que uno de cada cuatro chilenos compartió, al menos una vez, una noticia falsa. Facebook es la plataforma donde predominan las noticias falsas, concentrando el 73% de ellas.

Además, el estudio señala que un 57% de los entrevistados “se enteró pero no con compartió” la información referida a “algunas vacunas pueden producir autismo en los niños”. En tanto, un 10% sí difundió la información. Ante la noticia “algunas vacunas tienen efectos secundarios que pueden ser peores que la misma enfermedad que intentan prevenir”, un 62% conoció, pero no divulgó la noticia.

 

ASPECTOS LEGALES

¿Qué consecuencias legales podría enfrentar alguien que decida no vacunarse? ¿Qué herramientas puede usar el Gobierno para hacer cumplir la ley? El Departamento Jurídico de Falmed afirma que “el Estado puede, a través de los servicios de Salud y otras autoridades sanitarias, interponer un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones que corresponda, para que el caso se analice y decida si se obliga a realizar la vacunación de la persona, pudiendo utilizar incluso la fuerza”.

Si los padres se niegan a vacunar a sus hijos se podría iniciar una medida de protección al menor en los tribunales de familia para evitar un daño en su salud o para restaurar los derechos que se consideren vulnerados.

El artículo 32 del Código Sanitario establece que “el Servicio Nacional de Salud tendrá a su cargo la vacunación de los habitantes contra las enfermedades transmisibles. El Presidente de la República, a propuesta del Director de Salud, podrá declarar obligatoria la vacunación de la población contra las enfermedades transmisibles para los cuales existan procedimientos eficaces de inmunización”.

“Por lo anterior, desde el punto de vista legal, sí existe la obligación por parte de la población de vacunarse en los casos que la ley lo requiera. Es por esto que el Estado, tiene la obligación de mantener disponible y accesible las dosis correspondientes para cumplir con esta obligación”, describe la abogada Falmed, Daniela Miranda.

No obstante, la jurista explica que para las personas existe la posibilidad de negarse a la vacunación manifestando su voluntad de no realizarla en un formulario de rechazo de vacuna, disponible en Minsal, esto siempre y cuando la negativa a inmunizarse no implique un riesgo para la salud pública. En esos casos, el Estado dispone de herramientas legales para obligar a cumplir con la ley, aunque las autoridades actualmente han apelado a la responsabilidad social.

 

RECOMENDACIONES

“Cuando grupos bajan las tasas de vacunación, la circulación de microorganismos empieza aumentar. Existe un riesgo comunitario que estoy exponiendo al no vacunarme”, manifiesta el Dr. Bernucci. Precisamente, este tipo de información debe ser explicada a quienes presenten una reticencia a la inoculación. Expertos concuerdan que se debe demostrar con evidencia científica y consistente de los efectos positivos de la vacunas. Hay que hacer visible los riesgos reales de la no vacunación.

La investigadora española Maite Cruz Piqueras, plantea que “no hay que estigmatizar a estas personas. Es necesario fomentar una política de transparencia con respecto a las vacunas. Hay que desplazar el discurso individualidad al de la colectividad, trabajar conjuntamente con centros educativos que es donde se presentan problemas de convivencia cuando surge un brote o epidemia”.

“Cabe hacer un mea culpa como equipos de salud. Nos hemos quedado dormidos frente a una ciudadanía empoderada. Nosotros estamos abiertos a informar en todas las plataformas de salud”, complementa el Dr. Bernucci.

Finalmente, la investigadora María Paz Bertoglia hace hincapié en que se debe enfrentar esta situación a través de un diálogo y dar evidencia científica al paciente. “Explicar los objetivos sociales de la vacunación obligatoria. La información que debe manejar el médico es clave para educar. También las autoridades deben desarrollar información científica en redes sociales”.