Un profesional que experimente un evento adverso se enfrentará a la necesidad de transparentar lo ocurrido, siguiendo un protocolo de comunicación para estos casos. La falta de información, improvisación, temores y falsas creencias se convierten en los principales enemigos del facultativo, que impedirán, hacer de esto una oportunidad para generar aprendizajes. Los especialistas ahondan en estos problemas y entregan algunas recomendaciones desde la dimensión ética y legal.
Por Paulo Muñoz A. y Marcela Barros M.
La exposición ante los pares, la afectación del prestigio profesional, la pérdida de estatus, y el temor de enfrentar acciones legales, emergen como los principales temores de quien protagoniza un error médico.
¿Comunicar o callar? Una interrogante que recorre los pasillos de hospitales, clínicas y centros de salud, que conlleva un estrés y agobio hacia él o los profesionales involucrados en un evento adverso. En nuestro país, la Ley 20.584 que regula los Derechos y Deberes de los pacientes, de 2012, se hace cargo de esta interrogante y establece en el artículo 4° como un derecho del paciente ser informado “acerca de la ocurrencia de un evento adverso, independiente de la magnitud de los daños que aquel haya ocasionado”.
Desde la dimensión ética, lo que se espera del profesional es una actuación transparente, honesta y marcada por la empatía hacia su paciente y familiares, por lo que será de suma importancia la preparación de esta instancia, generando protocolos institucionalizados, minimizando las probabilidades de improvisación.
La Dra. Ruth Stalnikowicz jefa del departamento de Medicina de Emergencia en la Universidad de Hadassah, Israel, expuso sobre “Cómo transparentar el error médico a la familia” en la II Jornada de Bioética en el quehacer hospitalario que realizó la Universidad Católica del Maule en Talca, en noviembre de 2018.
La profesional reconoce que quien comete un error se siente “en un estado caótico y es todo junto: el enfrentar al enfermo/familia, el qué dirán, el posible juicio”, de igual modo “debe ser comunicado (el evento adverso) lo antes posible al enfermo o a su familia.
Sugiere la Dra. Stalnikowicz que en paralelo a la información al paciente y/o su familia, se informe también a la administración y al equipo de gestión de riesgos del hospital.
“Antes de encontrarse con el enfermo, si hay tiempo, conviene prepararse en consultar con los que estuvieron envueltos en el caso y con el director del departamento; el encuentro debe hacerse lo más cercano al incidente, aunque las cosas no están totalmente claras todavía; el lugar físico debe ser tranquilo, nunca en el corredor; es conveniente que siempre haya un médico más senior y equipo multidisciplinario frente al enfermo y familiares”, destaca.
La información del evento adverso podría conllevar un riesgo jurídico, sin embargo esto depende del paciente y su comprensión, de la forma y oportunidad de la información, del apoyo por parte de colegas y la institución
Carmen Gloria Pierart
Abogada del Departamento Jurídico de Falmed
Además agrega que “hay que tratar de averiguar con la familia si a lo mejor no quieren que un médico específico esté presente; hay que entender que se trata de un proceso, que seguramente en el primer encuentro no se dirá todo. En todo caso no hay que esperar al director del hospital o al equipo de gestión de riesgos para comunicarle al paciente que se cometió un error. En Estados Unidos existen coachers o facilitadores generalmente enfermeras o trabajadores sociales que han sido entrenados en el proceso de comunicación de errores y que están disponibles 24/7 para acompañar a los equipos”, explica la Dra. Stalnicowicz.
Precisamente, los especialistas coinciden en que el error médico ya genera un grado de incertidumbre que se ve incrementado si no existe un plan de comunicación. El oncólogo británico, Robert Buckmann, elaboró una pauta de acción referida a la comunicación de errores médicos con un protocolo que incluye cinco pasos claves: contexto, apertura, narrativa, emociones; y plan y resumen (CANEP, ver página 55).
La Dra. Anamaría Arriagada, integrante del Departamento de Ética del Colegio Médico, profundiza en este modelo y explica que la entrega de esta información debe darse en un espacio físico adecuado, que genere un clima de confianza entre el médico y su paciente, dejando fuera las posibilidades de interrupciones.
“Voy a comunicar algo que quizás será difícil de entender”, “qué es lo que ustedes quieren saber”, pueden surgir como los primeros mensajes del profesional para abrir el diálogo y generar una retroalimentación con los receptores del mensaje.
Precisamente, en el artículo “Comunicación de errores médicos a pacientes y familiares: interrogantes y herramientas”, en 2016, la Dra. Arriagada y la sicóloga María Luz Bascuñán, recomiendan que si el paciente está en conocimiento del error médico es importante comenzar reconociéndolo y lamentándolo.
“Cuando uno le dice a una familia: yo entiendo que aquí hay mucha rabia, mucha angustia; o entiendo que aquí hay mucho miedo, desconfianza, logra que las dos partes se hagan cargo. No hay que tenerle miedo a eso”, dice la Dra. Arriagada.
Lograda la apertura, los pasos siguientes son la narrativa, entendida como la entrega de información que entregue un recuento cronológico de los eventos ocurridos y responder las inquietudes; etapa que nos dará las primeras señales de la posición que encontraremos en el paciente y sus familiares.
En este sentido, la sicóloga María Luz Bascuñán y la Dra. Anamaría Arriagada se refieren a su manejo, donde la rabia e indignación son los primeros sentimientos en aparecer, sin embargo se deben entender como parte del proceso de recepción de información adversa. El profesional que informa “debe permitir que estas emociones sean expresadas y el hecho de no interrumpir al paciente y dejarlo manifestarse, le ayuda a digerir la situación”, explican.
La última fase de este protocolo incluye la elaboración, en conjunto, de un plan de acción que demuestre el compromiso del profesional y la institución, centrados en el bienestar del paciente.
Temor a la judicialización
La realidad internacional da cuenta que la judicialización de la medicina es un fenómeno que va creciendo, e incluso en países como Estados Unidos la ocurrencia de errores médicos ya se convierte en un problema sanitario.
El artículo “Análisis de las barreras y oportunidades legales-éticas de la comunicación y disculpa de errores asistenciales en España”, escrito entre otros autores por Priscila Giraldo, del Servicio de Epidemiología y Evaluación del Hospital del Mar, Barcelona, y Josep Corbella, del mismo recinto asistencial, entre otros autores, recogió la mirada que tenían abogados expertos en derecho sanitario-bioética ante la comunicación del error médico.
El estudio, que incluyó la participación de 46 especialistas, arrojó que el 84,7% creía que siempre debían comunicarse los eventos adversos; además 97,8% respondió que era necesario que también se informaran las causas y posibles soluciones ante el error, y el 73,9% que la comunicación del error debía ser incluida en la ficha clínica.
“Se identificó que la principal oportunidad derivada de una comunicación es la mejora de la confianza entre el/la médico/a y el/la paciente y sus familiares”. Sin embargo, el miedo a las consecuencias legales, a los medios de comunicación o a la reacción de la profesión se identificó como la barrera de mayor índoles”, mencionan los autores españoles en el artículo.
La Dra. Anamaría Arriagada y la sicóloga María Luz Bascuñan también abordan esta relación entre comunicar un error y la judicialización. Plantean que no existe información certera que asocie la comunicación del error con el aumento de demandas o acciones legales contra el médico; y, por el contrario, enfatizan que el reconocimiento y responsabilidad del daño favorecerán al profesional, incluso al enfrentarse a un escenario judicial.
La integrante del Departamento Jurídico de Falmed, abogada Carmen Gloria Pierart, destaca que informar un evento adverso, por una parte, beneficia al paciente al permitir buscar soluciones de forma precoz y apropiada, disminuyendo no solo su estrés, sino también el del facultativo.
“Para el profesional puede disminuir el estrés, estrecharía la relación médico – paciente, podría disminuir los reclamos y litigios o mejorar la posición del demandado en caso de que estos se produjeran, permitiría aprender de los errores y aceptar la responsabilidad pudiendo cambiar la práctica clínica”, explica la abogada de Falmed.
Cuando uno le dice a una familia: yo entiendo que aquí hay mucha rabia, mucha angustia; o entiendo que aquí hay mucho miedo, desconfianza, logra que las dos partes se hagan cargo. No hay que tenerle miedo a eso
Dra. Anamaría Arriagada
Integrante del Departamento de Ética del Colegio Médico
Si bien la probabilidad de que la comunicación de un evento adverso al paciente y su familia culmine en la presentación de una denuncia, demanda o querella contra él o los profesionales implicados, en esta decisión será clave la forma en que se entrega la información, la relación médico paciente y las estrategias implementadas para comunicar.
“La información del evento adverso podría conllevar un riesgo jurídico, sin embargo esto depende del paciente y su comprensión, de la forma y oportunidad de la información, del apoyo por parte de colegas y la institución, de la formación y ayuda al momento de informar los eventos adversos, etc”, agrega Carmen Gloria Pierart.
Este aprendizaje que plantea la abogada del Falmed como una de las oportunidades que genera el verse expuesto a un error, también es recogido por la Dra. Anamaría Arriagada no solo como un aprendizaje para el facultativo afectado, sino también para sus colegas.
Según la integrante del Departamento de Ética del Colegio Médico, hay una tarea pendiente desde la dimensión ética en cómo se realiza este abordaje y masificar el mensaje de que el error es algo que pasará y del que hay que sacar enseñanzas.
“No hay reuniones periódicas para hablar las cosas que pudimos hacer mejor, no hacemos públicos, de manera positiva, los resultados de las auditorías dentro de las instituciones. Hay doctores que se restan de llevar estos casos al comité de ética porque piensan, erradamente, que el comité los va a enjuiciar. Existe una desconfianza entre nosotros, pensamos que el error va a ser una oportunidad de descrédito y no es así”, dice la Dra. Arriagada.
No obstante, esta mirada crítica tiene matices que vienen en los contenidos que están recibiendo los futuros profesionales en las escuelas de medicina del país, que a menudo, y desde los primeros cursos, son enfrentados a la importancia de comunicar no solo errores médicos, sino también malas noticias.
Como conclusión, es relevante señalar que el aumento de la judicialización de la medicina es un hecho cierto de lo cual Falmed es testigo. Dado su fin estratégico, cobra especial relevancia contar con una asesoría legal oportuna al momento de enfrentar un evento adverso.
“Contar con consejos legales, desde el inicio de un eventual quiebre y más aún desde el momento del reclamo, es vital pues permite en algunos casos ayudar a resolver el conflicto, y en otros casos, es necesario para delinear las ‘posibles vías que ese conflicto pueda tomar’”, puntualiza el abogado jefe de Falmed, Juan Carlos Bello.
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Contexto
Preparar el lugar en que se comunicará el error. Un espacio físico íntimo, cerrado y sin ruidos en el que dialogarán médico paciente. Médico debe transmitir calma. El lugar no da lo mismo.
Apertura
El médico debe abrir el diálogo. Se recomienda entregar mensajes como: “Voy a comunicar algo que quizás será difícil de entender”, “qué es lo que ustedes quieren saber”. Si el paciente y su familia ya manejan la información, apoyar con frases como: yo entiendo que aquí hay mucha rabia o yo entiendo que aquí hay mucho miedo o yo entiendo que aquí hay desconfianza.
Narrativa
Narración cronológica de lo ocurrido. Saber escuchar o interpretar comunicación no verbal y reacciones emocionales del paciente o familiares.
Manejo emocional
Aparecen tres fases una vez informado lo ocurrido: La recepción de la noticia (estado de shock), luego la negación (“no puede ser, esto no está pasando”) y la reacción (expresión de rabia y malestar). El médico debe permitir que se expresen las emociones.
Plan de acción
Manifestar que el profesional y la institución no abandonarán al paciente. Manifestar compromiso e idea de hacerse cargo. (“Pasó esto pero hicimos o estamos haciendo esto”).
Fuente: Protocolo para la comunicación de errores médicos, R. Buckman. En “Comunicación de errores médicos a pacientes y familiares: interrogantes y herramientas. María Luz Bascuñán y Anamaría Arriagada.
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