Por: Juan Carlos Bello, Abogado Jefe Nacional FALMED.
En los últimos años, hemos sido testigos de un incremento notable en el número de proyectos de ley pendientes de discusión y aprobación en nuestras cámaras legislativas. Esta creciente avalancha de normativas pretende regular, en muchos casos de manera punitiva, diversas facetas de la práctica médica, en un proceso que se ha acelerado en el último tiempo, cuya continuidad ha sido progresiva.
La proliferación de leyes y regulaciones que buscan incidir en las actuaciones médicas, es motivo de atención para la comunidad médica y para quienes dependen de sus servicios. Más allá de garantizar estándares de calidad y seguridad, la sobrerregulación puede desencadenar un efecto adverso conocido como “medicina a la defensiva”. Este término describe la práctica de los médicos de adoptar decisiones clínicas cautelosas, no siempre basadas en el mejor interés del paciente, sino en la minimización de riesgos legales.
La medicina a la defensiva surge como una respuesta natural ante un entorno legal incierto y amenazante. Cuando los profesionales de la salud se sienten constantemente vigilados y potencialmente sancionados por cualquier desviación de las normas, es comprensible que prioricen la autoprotección sobre la innovación y la personalización del tratamiento. Esta situación no solo erosiona la relación médico-paciente, sino que también limita las opciones terapéuticas disponibles y puede llevar a decisiones clínicas subóptimas.
Es crucial entender que la regulación es necesaria para salvaguardar la integridad y el bienestar de los pacientes. Sin embargo, la sobrerregulación mal diseñada puede tener consecuencias contraproducentes. Los legisladores deben tener en cuenta el impacto real de cada normativa propuesta en la práctica médica y buscar un equilibrio entre la protección del paciente y la autonomía profesional del médico.
Existen ejemplos que ilustran cómo algunas propuestas legislativas buscan imponer cargas adicionales y responsabilidades severas sobre los profesionales de la salud, sin considerar adecuadamente el contexto clínico y las circunstancias específicas en las que operan los médicos. Aquella que pretende castigar draconianamente las negligencias médicas (no obstante que se trata de actuaciones que nunca se realizan con dolo -intención- y sólo con culpa) y aquella que pretende hacer corresponsable a los médicos por los accidentes de tránsito que pudieran provocar pacientes a los que dicho médico o médica haya otorgado un certificado.
Estamos convencidos de que para avanzar es esencial promover un diálogo abierto y continuo entre los distintos actores del sistema de salud, que es imprescindible conocer las discusiones parlamentarias, dar a conocer la voz de los y las médicas a través de su Colegio Médico, y educar a la población en las complejidades de los actos médicos. Este enfoque colaborativo puede ayudar a diseñar políticas que fortalezcan la confianza en la salud y fomenten una práctica médica ética y centrada en el paciente.
La sobrerregulación y el surgimiento de la medicina a la defensiva representan desafíos significativos para la profesión médica. Es responsabilidad de todos abogar por un marco normativo que, lejos de inhibir la excelencia clínica, promueva un ambiente donde los médicos puedan ejercer su juicio profesional con confianza y dedicación hacia el bienestar de sus pacientes.
A nuestras afiliadas y afiliados, quiero transmitirles un mensaje de tranquilidad en medio de estos tiempos de cambio legislativo y regulatorio en la práctica médica. Les insto a mantener la serenidad y a enfocarse en lo más importante: sus pacientes. En FALMED estamos comprometidos con apoyarles y proteger sus intereses profesionales. Los invitamos a que nos contacten ante cualquier inquietud o pregunta que puedan tener. Estamos aquí para brindarles el respaldo y la orientación necesaria en este contexto desafiante.