La Memoria puede coexistir con el Olvido, no obstante, en el Amor-aún sin memoria-nunca hay Olvido
Somos nuestra memoria, la percepción de nuestros días se cimienta en ello: el sostenerla incólume permite que nuestro propio constructo tenga sentido, pensamos que el perderla nos conduce a una isla de náufrago sin derrotero, sin percibir un nuevo día como tal, más bien habiendo ya olvidado el anterior. Así, nuestros días se desarrollan en una inmediatez que, si bien podría dar espacio a planificar, al no haber un pasado aparente, solo se conjetura un vacío hacia adelante. Imagino que se libra una batalla inicial al empezar a percibir las reverberancias que la pérdida de mielina generan, no se escatiman esfuerzos en recordatorios de perogrullo, el entorno nos hará notar nuestros olvidos, nuestra propia memoria residual se ocupará también de ello…y llegará el punto de inflexión, aquellos atisbos exiguos del pasado que en un sitio ya de no retorno, huérfanos de nuestros recuerdos, nos conducirán con timidez algunas de las veces y otras con extrañeza al momento siguiente, al fin de cuentas no sabremos quién ocupa nuestro cuerpo olvidando toda pertenencia.
¿Un cerebro exanguinado de recuerdos nos deshumaniza? Muy por el contrario, hiper humaniza nuestro sensorio y a quienes nos rodean, aquellos que en sus esfuerzos cotidianos pretenden sacudir nuestra mente y escudriñarla. Algunos citan la música, otros las imágenes, yo me atrevo a enunciar el amor, como agentes evocadores estimulantes. ¿Quién habita dentro ahora que los recuerdos ya no están? “Sólo el amor con su ciencia…”, entonces pienso-como la cantora-que el sustrato endorfínico determinado por una intensa pasión podría explicar que quienes cohabitan con Alzheimer puedan reconocer a su esposo por ejemplo o a algún compañero de vida que pueda con devoción a su vez acompañar este cuerpo medio vacío ya de recuerdos… pero que aún configura la fisonomía de un amor recíproco. Así aparece este sentimiento inextinguible como un agente perpetuador de la memoria afectiva intrínseca y celular.
Aquellos, entonces, que deambulan sin memoria, viven solo en el Amor, asidos a un cariño genuino sin olvido, siempre atento y buen escucha. Los sin memoria se inmortalizan en pasiones correspondidas que no se aplacan con el Olvido, es allí donde permanecen imperecederos los recuerdos y ellos mismos, a su vez…
Elihas Manhell