En los últimos años ha tomado fuerza una corriente que aboga por repatriar los restos mortales de los habitantes de los pueblos indígenas que, por diferentes motivos, fueron llevados a tierras lejanas y fallecieron lejos de sus lugares de origen.
Osamentas, objetos y documentos de las cuatro etnias de la Patagonia, tehuelches, onas y canoeros alacalufes y yaganes se encuentran en diversos museos de Europa. Los museos Británico y el de Historia Natural de Londres, por ejemplo, poseen huesos de habitantes fueguinos que les hicieran llegar diferentes viajeros, miembros de expediciones científicas, misioneros y navegantes.
En 1830 Fitzroy, al mando del velero Beagle, embarcó a cuatro canoeros, conocidos con los nombres de Fueguia Basket, Jemmy Button, York Minster y Boat Memory, con la intención de educarlos en Inglaterra con la esperanza de que, a su regreso, llevaran consigo la civilización. A poco de llegar al Reino Unido, York Minster contrajo la viruela y falleció en el Hospital Naval de Plymouth, que lo sepultó en un cementerio local. Los otros tres fueron vacunados y enviados al colegio. Al año siguiente Fitzroy, esta vez acompañado por Charles Darwin, llevó de regreso a los tres jóvenes a Wulaia, en la isla Navarino.
Darwin llevó a Inglaterra variados huesos, donando algunos de ellos al curador del Hunterian Museum del College of Surgeons de Londres. Fueron entregados también los cuerpos de un fueguino conservado en vinagre y de dos cuyas autopsia habían sido realizadas por el cirujano del barco.
En 1865 el obispo Stirling llevó, por dos años, a estudiar a Inglaterra a cuatro yaganes, uno de los cuales falleció de tuberculosis durante el viaje de regreso.
También hubo indígenas raptados para ser exhibidos en zoológicos humanos. En su mayor parte, fallecieron por mala alimentación y enfermedades como tuberculosis, sarampión y sífilis. En la Exposición Universal de París de 1889, en el llamado “Jardín de Aclimatación” fue expuesto un grupo de tehuelches. Solo unos pocos lograron ser rescatados y regresados a sus lugares de procedencias.
Tanto misiones anglicanas como católicas se instalaron entre los nativos. Lucas Bridge, nacido en la misión de Ushuaia en 1874, describe en El último confín de la tierra su vida entre yaganes, alacalufes y onas, narrando la epidemia de sarampión que en 1884 mató números indígenas.
Los Salesianos fundaron misiones en la isla Dawson y en Río Grande, Argentina, recibiendo a canoeros y a onas. Cuando, debido a la tremenda mortandad, en la misión de Dawson solo quedaban 25 indígenas, éstos fueron trasladados a la misión de Río Grande.
Su extinción se debió a una sumatoria de causas: enfermedades infecto-contagiosas que no conocían y que adquirieron al ponerse en contacto con la civilización occidental; el problema se agravó involuntariamente al asilarse en misiones, donde se transformaban en epidemias. Muchos fallecieron por agresiones de empleados de sociedades pastoriles, mineros, exploradores, militares argentinos, balleneros, loberos y nutrieros. Hubo también luchas territoriales intra-étnicas por la reducción del espacio disponible para la crianza de ovejas. Finalmente, una parte de la responsabilidad la comparte el consumo de alcohol.
La tragedia de la extinción de los indígenas del extremo austral nos invita a realizar una amplia reflexión acerca de las interacciones que se producen al entrar en contacto diversos grupos humanos.
[su_note note_color=»#f7e768″ text_color=»black»]FE DE ERRATAS
El N°1, Vol. 71, abril 2019 de la Revista Vida Médica, en el artículo titulado «Fray Andresito, médico con la ayuda de Dios», del Dr. Eduardo Medina Cárdenas (pp. 77), en el párrafo 4, línea 3, se ocupó el concepto “medicina tradicional” en tanto que el original indicaba “medicina docta”, por lo que la frase correcta es: “Variados testimonios contemporáneos suyos acreditan que sanó a numerosas personas, algunas incluso desahuciadas por la medicina docta de esa época”. Se ofrece una disculpa al autor y a los lectores por la inconveniencia que lo anterior pudo haber causado.[/su_note]