Por: Dr. Julio Montt Vidal
Julio Montt Momberg fue un hombre inmensamente feliz, querido y respetado, en sus múltiples facetas: hombre de familia, médico, gestor en la salud privada y pública, dirigente político, gremial, deportivo, incluso gestor teatral. Un hombre talentoso, inquieto intelectualmente: un ser humanista, cristiano y siempre preocupado por lo social.
Nació en Osorno hace 93 años, hijo de Felipe Montt Nieva, hombre de Freirina de ancestros catalanes, masón y radical, quien lo marcó en la orientación hacia el ejercicio de la política; y de Irma Momberg Amthauer, descendiente de inmigrantes alemanes, luterana, con gran apego a la tierra. De ella heredó una ética por el trabajo riguroso, disciplinado, comprometido y bien hecho.
Su infancia y adolescencia nos remonta a un estilo de vida que ya no existe. De muy niño dejó su casa para ingresar al Colegio Alemán en Osorno, viviendo donde una tía materna, austera y severa. Ahí se prohibía hablar a la hora de comer y leer en la noche. Para hacerlo, tenía que esconderse debajo de las sábanas con una linterna. Tras una discusión con su padre sobre temas políticos contingentes -la Segunda Guerra Mundial-, se trasladó al Liceo de Hombres de la ciudad. Este giro anticipaba algo distintivo de su carácter. Dialogando, alcanzó un buen acuerdo con su padre, en orden a que sería bueno para él ver otra realidad social, ahora en el Liceo público.
Más tarde, siguiendo los pasos de su hermano Pablo, ingresó a la Escuela Militar en Santiago, donde a pesar de ser un muy buen cadete, nunca se desvió de su sueño original: estudiar Medicina en la Universidad de Chile, de donde egresó el año 1951, convirtiéndose en el primer profesional de su familia.
En sus últimos años de estudios universitarios, conoció a quien sería su mujer, Adriana Vidal Salinas, con quien, una vez casados, volvió a Osorno, donde ejerció la medicina y se orientó a la cirugía general. Siempre complementó su trabajo con otras inquietudes sociales e intelectuales. Fue dirigente deportivo amateur y gestor de un grupo de teatro, con el apoyo de su mujer.
Más tarde, en 1959, partiría a Heidelberg, Alemania, a cursar una beca en Cirugía Vascular Periférica. A su retorno a Chile, en 1960, mismo año del gran terremoto del Sur, ingresó a la Sociedad Chilena de Cirugía y siguió ejerciendo esta especialidad en el hospital con entusiasmo, pese a las limitaciones de recursos e infraestructura. Probablemente, para influir en una mejora de esas condiciones, inició la que sería una destacada carrera política como regidor, diputado en dos ocasiones (1965 – 1969 y en 1973), y candidato a senador, siempre por su tierra y representando a la Democracia Cristiana, partido al cual perteneció toda su vida. Nunca abandonó la veta política y, ya entrado en años, fue Concejal por Las Condes.
Otras de sus pasiones fue el fútbol. Fue un gran hincha de la Universidad de Chile, llegando incluso a ser su presidente, en una época en la que, para sortear las vicisitudes de una crisis institucional, se requirió de una persona íntegra, que diera seguridad a facciones e intereses en conflicto.
Siendo diputado, fue coautor de la Ley 16.744 de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, publicada en 1968, que creó un seguro social con cotizaciones de cargo de los empleadores, con el objetivo de educar, prevenir, curar y rehabilitar a los trabajadores afectados, cuerpo normativo que daría origen al sistema de Mutualidades, las cuales aún existen y benefician a millones de trabajadores chilenos.
Era diputado en septiembre de 1973. Cerrado el parlamento, comenzó a trabajar en la Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción y, posteriormente, en el Instituto de Seguridad del Trabajo, veta de administración en salud que completó asumiendo la dirección de la Clínica Alemana, entre 1982 y 1992. En noviembre de 1992, aceptó la invitación de su amigo Patricio Aylwin para ser su Ministro de Salud. Nuevamente llamado para aunar voluntades luego del retorno de la democracia. Muestra de que nunca rehuyó el compromiso político y el trabajo difícil y demandante.
Cuando dejó el Ministerio, en 1994, consciente de falencias relevantes de nuestra sociedad, contribuyó a formar y liderar el Programa de Bioética para Chile y América Latina, al alero de la OPS. Esta pasión, lo llevó más tarde a encabezar el departamento de Ética del Colmed, función que desarrolló hasta su retiro, pocos años atrás. En estas funciones participó activamente en la actualización del Código de Ética del gremio.
Esta trayectoria familiar y profesional refleja a un hombre íntegro, de cualidades humanas sobresalientes. Notable expresión de un servidor público a la antigua, humanista y generoso, al extremo de entregarlo todo, material y espiritualmente, a su familia, a su partido, a su Colegio Médico y a su querida U. de Chile. En resumen, a su país.
Hoy que nuestro país experimenta un agitado proceso de revisión y de demanda de cambios, cabe recordar una frase de sus Memorias: “Así como en la medicina resulta vital para el profesionalismo desarrollar la ética y la bioética, también esto es vital para el desarrollo armónico de las sociedades”.