Dr. Vicente Valdivieso, Premio Nacional de Medicina 2020: “La tecnología ha deteriorado la calidad de la medicina como relación humana”

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Fue académico de la PUC durante 45 años, ha sido un actor relevante en investigación, posee una gran experiencia clínica y ha destacado por su vocación para formar profesionales durante toda su carrera. Es el décimo facultativo en recibir el premio más importante de la comunidad médica, por la relevancia de su trabajo y por su calidad humana. Hoy repasa su historia, pero también se detiene a analizar el presente de la medicina y critica el distanciamiento existente con los pacientes y la suspensión de las certificaciones de calidad para doctores.

Por Patricio Cofré A.

Le gusta repetir y contar una y otra vez la misma historia, más allá de que sea una especie de fábula. El doctor Vicente Valdivieso, dice que su nombre y su vocación por la medicina están arraigados en su ADN, en la marca genética que le habría dado su bisabuelo, un hombre que se transformó en médico, pese a que su familia no le permitió estudiar la carrera, y que lo hizo solo después de terminar Derecho para cumplir con el deseo de sus padres.

Su bisabuela, explica, le dijo a su madre cuando estaba embarazada de él que debía llamarse Vicente y ser médico en homenaje a su historia y a la de Don Vicente Izquierdo, fallecido en 1925. “Yo no decidí ser médico, sino más bien, los antecedentes de la familia de mi mamá, tenían tal fuerza, que, en cierto modo, que yo fuera médico y que me llamara como me llamo estaba previsto. Es curioso”, dice risueño.

Las coincidencias fueron más allá, nació el 5 de abril, el día de San Vicente. Por eso, entrega la frase en entrevistas, en relatos más coloquiales y en un tono juguetón. Pero a sus 85 años, cuando se adentra más en la conversación, reconoce que vivía en una zona más bien campestre de la Región Metropolitana, que no tuvo nunca una cercanía con los temas médicos en su infancia o adolescencia y que tampoco registró una particular cercanía con hospitales, ni parientes que le transmitieran directamente vivencias o historias clínicas o de pacientes. Incluso cuenta que, pese a ser el mejor alumno de la generación de 1959 de la Universidad Católica, los dos primeros años en esa casa de estudios no le fueron fáciles y se debió apoyar en sus compañeros para absorber el conocimiento en materias que le eran complejas.

Por eso, venga de su ADN o desde una vocación innata que trata de disimular con humildad y humor, señalándola como una especie de camino trazado desde sus antepasados, el doctor Valdivieso describe sus 45 años de trayectoria con sencillez. Pero a la hora de encontrar los pilares de su carrera, no titubea un segundo en mencionar los 3 fundamentales: su foco y prioridad absoluta en los pacientes, su amor por la biología y la investigación y, finalmente, su pasión por enseñar.

Fue precisamente la excelencia y dedicación de su trabajo en los tres ámbitos los que llevaron al doctor Valdivieso a ser galardonado a mediados de octubre pasado como el décimo facultativo en recibir la máxima distinción a la que puede recibir un galeno en nuestro país: el Premio Nacional de Medicina.

Este reconocimiento bianual se creó en el año 2001 por la Academia Chilena de Medicina, la Asociación de Facultades de Medicina de Chile (ASOFAMECH), la Asociación de Sociedades Médicas de Chile (ASOCIMED) y el Colegio Médico de Chile, y se entregó por primera vez en 2002. Otorga un diploma, una medalla y un premio económico al ganador y es definido por representantes de las instituciones fundadoras y otros invitados. Este año, el jurado estuvo compuesto por el Dr. Eghon Guzmán, presidente de ASOCIMED; el Dr. Otto Dörr, Premio Nacional de Medicina 2018; el Dr. Rodolfo Armas, presidente de la Academia Chilena de Medicina; la Dra. Patricia Muñoz, presidenta de ASOFAMECH; la Dra. Izkia Siches, presidenta del Colmed; el Dr. Luis Delpiano, Presidente de la Sociedad Chilena de Infectología; y el Dr. Iván Jara Padilla, past president de la Sociedad Chilena de Dermatología y Venereología. En tanto, la Dra. Gloria López, miembro de la Academia Chilena de Medicina y past president de ASOCIMED, actuó como coordinadora del galardón.

“Este premio es de las mayores oportunidades que tiene uno de sentirse satisfecho en lo que ha hecho en el ámbito clínico, académico y profesional, porque es el conjunto de las instituciones de la medicina chilena, no solo de las facultades de medicina, si no que también el Colegio Médico de Chile y las sociedades científicas, las que se ponen de acuerdo para otorgarlo”, dijo amablemente durante la ceremonia de premiación, que se realizó de forma telemática, debido a la pandemia por Covid19.

Años de experiencia

El doctor Valdivieso es un destacado gastroenterólogo y es profesor Emérito de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue precisamente en esa casa de estudios donde se formó, realizó trabajo clínico, desarrolló importantes investigaciones y ejerció como académico durante 45 años. Allí se desempeñó como Secretario Ejecutivo de la Comisión de Investigación, fue miembro del Consejo de la Dirección de Investigación y del Consejo de la Facultad. Fue también jefe de la División de Medicina, Director del Centro de Formación de Docentes Clínicos, e incluso llego a ser sub director y Director de la Facultad de Medicina. Además, fue Presidente de CONACEM y participó de esa entidad durante tres décadas y fue Secretario Ejecutivo de APICE.

La especialidad de Gastroenterología la llevó a cabo en la Universidad de California en Estados Unidos, debido a que en la época no existían los estudios de especialidades en Chile. Allí conoció novedades sobre enfermedades como el Mal de Chron y la colitis ulcerosa que para 1965, año en que regresó a Chile desde UCLA, no eran muy conocidas.

En las sociedades científicas, además, fue presidente y participante permanente durante más de 3 décadas, las que compatibilizó con más de 25 años en el área de investigación.

¿Cómo rememora sus años de universidad?

La recuerdo con cierta dificultad. Me sentí como pollo en corral ajeno cuando entré a la universidad. Yo tenía 17 años, era un adolescente asustado. Me costó comenzar a estudiar. Había muchas materias de las que nunca había oído y a las que poco a poco fui dominando con apoyo de compañeros míos que me fueron de gran ayuda en los primeros dos años de carrera. Tuve bastante soltura y facilidad después de eso.

Pero hay vocación, no sólo ADN…

Más que una vocación, era la curiosidad. Quería saber cómo ocurría algo tan extraordinariamente hermoso como era el funcionamiento de la célula y cómo es distinta la que vive en el hígado, que la del páncreas, que la del cerebro. Es muy maravilloso el funcionamiento del organismo. La vocación, si no viene empaquetada, se va construyendo.

Pese a eso, llegó a convertirse en el mejor de su generación…

Eso no fue por necesidad o por obligación, sino que por gusto. Me gusta mucho la biología y la clínica, el proceso de diagnóstico tiene algo así como detectivesco, es muy entretenido. Me gusta mucho el conocer enfermos nuevos porque detrás suyo hay un problema, pero también una persona con sus gustos, sus costumbres, que puede enseñar muchas cosas nuevas, pero para eso hay que dedicarle tiempo.

¿Siempre estuvo vinculado al hospital de la Universidad?

Sí. El Hospital de la Universidad Católica tenía la estructura y el tipo de paciente semejante a la de cualquier institución pública de la época. Se trabajaba dividido en salas para 8 personas cada una, el pensionado estaba reservado para religiosos y religiosas y ese sector no tenía más de 8 piezas. No era para nada una clínica privada y eso lo viví como médico y como enfermo, porque tuve que estar hospitalizado ahí. En esa época había facilidades para que el paciente pudiera estar ahí y le costara muy poco, porque había gente que colaboraba con recursos para quienes no tuvieran los propios.

Ha sido destacado como un académico excepcional ¿Es esa una de sus pasiones?

La experiencia más extraordinaria que uno puede tener es enseñar, es un asunto que a uno le produce una satisfacción personal muy grande que alguien que sabe poco, después de un tiempo en sala, con usted, pase a saber mucho más y sobre todo a entender. En la medicina, la base de lo que usted ejerce es lo que usted entiende.

Pero también tuvo una gran trayectoria en el área de investigación…

Realizamos experimentos sobre metabolismo de las grasas y sobre el contenido de la bilis sobre las alteraciones que se observan en los cálculos. Nos entretuvimos muchísimo en la investigación, publicando artículos en el extranjero. Es una de las áreas que más me satisface. La idea era explicar el origen de los cálculos en la vesícula biliar y a eso dediqué gran parte de mi investigación.

Mirada crítica

A sus 85 años, el doctor Valdivieso mira con resquemor algunas prácticas actuales de la medicina y no rehúye ningún tema y menos, para entregar su postura sobre el rol de la profesión actual. Hace un tiempo viene dando una visión bastante ácida, apuntando directamente a la reducción de la calidad humana de las atenciones y también señala que los exámenes, muchas veces, van más allá de las reales necesidades para los tratamientos.

¿Qué le parece la medicina actual?

Hay un cambio muy notable y muy fuerte que tiene varias facetas, tal vez la principal es la irrupción de la tecnología en la medicina, en una forma que realmente ha sido muy rápida y muy violenta. Y hay detrás de eso un sofisma, una idea de que la tecnología es capaz de reemplazar al proceso de diagnóstico y tratamiento, relegando al médico a un lugar secundario. Parece ser mucho más importante revisar el examen de laboratorio, las imágenes, endoscopias, radiografía y sacar de todo eso un diagnóstico. Esa alternativa saca la historia del paciente, sus datos.

¿Qué le parece ese cambio?

La tecnología ha deteriorado la calidad de la medicina como relación humana y eso es tan antiguo y necesario que ya está en la escuela Hipocrática cuando en el juramento se señala que el enfermo debe ser tratado como persona y reconocido en sus derechos “sea hombre o mujer, libre o esclavo”. Es muy potente, tanto que debiera persistir siempre.

¿Por qué ocurre eso?

La tecnología, en cualquier especialidad, pasa a dominar sin contrapeso la situación. Lo que sus resultados plantean, es, sin duda, más importante en la medicina de hoy que la relación del paciente con el médico. Qué dicen los exámenes, eso es lo primero que se ve. Yo esa carpeta la dejo a un lado y me pongo a conversar con la persona sobre sus síntomas, temores, incertidumbres, la posibilidad de que tenga algo grave. Esa forma de comenzar una consulta ha ido disminuyendo cada vez más y este análisis de la tecnología, que no necesita más de 10 o 12 minutos para una conclusión diagnóstica o de tratamiento, ha ganado terreno.

¿Es un tema que también tiene que ver con la formación?

Lo que estamos comentando es de carácter planetario, la medicina chilena no es particularmente distinta a la de otro país. Depende de las medidas políticas sobre si es un sistema público, privado o mixto. No se puede juzgar a la medicina chilena como en solitario, es parte de un todo. Es una lógica que está radicada en el mundo occidental. Sé lo que pasa en Concepción, en Valdivia, en Valparaíso y los alumnos reciben esta formación ética, tanto en la práctica como en la teoría. En el entorno de los alumnos hay una sociedad y lo que le preocupa a la gente es “cómo voy yo en la parada”.

Entonces no es por un problema de enseñanza…

Se da una buena formación, pero por razones sociales, una situación que puede ir en contra de esa buena formación y deteriorarla con el paso del tiempo es la estructura social. Conociendo a las escuelas, la ética médica, los valores, se enseñan bien, otra cosa es que al cabo de algunos años el alumno convertido en médico se vaya alejando un poco de lo que se le enseña. La tentación a echarle la culpa a las universidades es mucha.

Finalmente, ¿Qué rol debe jugar el paciente?

El centro de una consulta médica, sea en términos de diagnostico, tratamiento o pronóstico, tiene que ser el paciente. Es lo más importante y una vez que se ha agotado la información propinada por él, entonces se puede recurrir a la tecnología como procedimiento complementario con una razón que lo justifique. Si uno ve a doctores que tienen hojas con 25 o 30 exámenes distintos y él hace cruz sobre lo que le interesa, cabe la sospecha, por desgracia, que esas cruces no son acompañadas de un racionamiento de cuánto va a costar hacer eso y si los resultados son necesarios. La tecnología no solo es capaz de despersonalizar el acto médico, sino que puede ser cara, inútil e inconducente, que no lo lleva a ninguna parte nueva.

“No se deben dejar sin efecto los filtros de calidad en medicina”

El Colegio Médico expuso en diversas instancias, tanto con el Ejecutivo como con el parlamento, su negativa a la suspensión de los procesos de certificación en la carrera de medicina, tanto para egresados nacionales como extranjeros. Pese a eso, y a los variados intentos para que se dejara sin efecto la medida, fue convertida en Ley.

Uno de los principales argumentos de Colmed, era que el Decreto de Alerta Sanitaria ya otorgaba los mecanismos al Estado para contratar a médicos sin validación en Chile por el período de catástrofe que se extiende por la pandemia de Coronavirus desde el 3 de marzo pasado en nuestro país, y que la certificación de estándares mínimos de calidad es fundamental, tal como se exige en cualquier país desarrollado.

El doctor Valdivieso, con su experiencia en CONACEM y APICE, sostiene que la medida no se justifica de ninguna manera.

¿Qué le pareció esta normativa?

El mínimo respeto que necesita una persona que esta entregando su organismo para que le resuelvan un problema es que quien lo haga este bien preparado, con la calidad indispensable para ganarse el derecho a hacer ese trabajo. El que el Estado o los organismos burocráticos se metan opinen y hagan este tipo de leyes es un disparate. Le tengo mucho aprecio a esas instituciones, en muchos aspectos trabajan muy bien, pero hay aspectos en que trabajan mal. Éste es uno de ellos.

No está en nada de acuerdo…

No se deben dejar sin efecto los filtros de calidad en medicina por respeto a los pacientes que la van a recibir, eso no se debe hacer. En situaciones como la que vivimos, que es absolutamente excepcional y muy grave, casi comparada con una guerra, lo único que se hace es confirmar la regla. Tener que llevar al extremo a dejar sin ejercicio esos filtros. Pero esto es inconveniente y gravemente un atropello, porque ya estaba previsto de antemano y se podía solucionar de una manera que no necesitaba borrar los exámenes actuales. No para cuidar el trabajo de los médicos, sino para velar por los enfermos.