Desde las salas de urgencia hasta los consultorios rurales más apartados, pasando por hospitales de distinta complejidad, clínicas o consultas privadas, centros académicos, instituciones del Estado o en la investigación, las y los médicos estamos llamados no solo a ejercer una profesión, sino a encarnar una vocación profundamente humana: cuidar, aliviar, acompañar y contribuir al bienestar y la dignidad de las personas.
Durante este año, desde la Mesa Directiva Nacional del Colegio Médico hemos decidido reafirmar y proyectar con fuerza una convicción que nace desde lo profundo de nuestra práctica: las y los médicos somos sujetos y garantes de derechos.
Este concepto —que no es eslogan ni consigna— surge del trabajo colectivo de nuestros departamentos, del análisis del contexto nacional e internacional, y se cristaliza en una reunión especialmente significativa con la Relatora de Naciones Unidas para el Derecho a la Salud: la Dra. Tlaleng Mofokeng, una ginecóloga africana, formada en un continente golpeado por la desigualdad y las guerras. La conversación con la relatora resonó con una fuerza que nos recordó que no estamos solos, aislados, ni ajenos al devenir del mundo. Al contrario: formamos parte activa de una comunidad global que, desde sus múltiples trincheras, resiste los retrocesos democráticos y defiende el derecho a vivir dignamente.
Pero ¿qué significa ser sujetos y garantes de derechos?
En primer lugar, reconocer que nuestra dignidad profesional no puede ser negociable, ni invisibilizada. Que merecemos condiciones laborales seguras, remuneraciones justas, reconocimiento a nuestra formación y espacios de participación efectiva. Que tenemos derecho a trabajar en entornos donde no temamos ser agredidos o amenazados, donde las decisiones clínicas se tomen con autonomía, respeto y apego a la evidencia. Que no se siga naturalizando la sobrecarga, el desgaste ni la desprotección en el ejercicio de nuestra profesión.
Porque solo cuando nuestros propios derechos están asegurados, podemos realmente cumplir el otro lado de esta responsabilidad: ser garantes del derecho a la salud de la población. Eso significa estar presentes en los territorios, en las urgencias, en los centros de atención primaria y también en los debates públicos que definen las políticas sanitarias, los presupuestos, las prioridades. Significa no callar cuando se vulneran derechos fundamentales, cuando se intenta invisibilizar la salud mental, cuando se persigue a profesionales por atender a poblaciones históricamente excluidas, como las niñeces trans, las personas migrantes o quienes viven privadas de libertad.
Como Colegio Médico, no podemos ser espectadores de la injusticia ni simples administradores de reivindicaciones corporativas. Somos una organización que se ha forjado en momentos claves de la historia de Chile: fuimos parte de la creación del Servicio Nacional de Salud, alzamos la voz por los derechos humanos en dictadura, empujamos reformas sanitarias con visión social y hoy, en medio de un mundo complejo y tensionado, debemos mantenernos firmes en la defensa del valor ético y humano de nuestra profesión.
La consigna de “sujetos y garantes de derechos” es también un compromiso con el futuro. Con las nuevas generaciones de médicos y médicas que queremos formar con sensibilidad social, conciencia ética, conocimiento técnico y mirada integral. Con aquellos y aquellas que entienden que la medicina no puede reducirse al acto clínico aislado, sino que está inevitablemente ligada a los determinantes sociales de la salud, a la equidad, al respeto por la diversidad y al cuidado del medioambiente.
Es, finalmente, una invitación a reconocernos como actores fundamentales en la construcción de una sociedad más justa. A sabernos parte de un colectivo que no renuncia a su historia ni a sus principios. A seguir empujando, en cada rincón del país, una medicina que no solo cure, sino que transforme.
Porque en cada turno, en cada consulta, en cada diagnóstico y en cada noticia difícil que damos con empatía, estamos reafirmando nuestro compromiso con las personas. Porque cada vez que defendemos el derecho a una atención digna y oportuna, estamos honrando nuestro juramento. Y porque en tiempos donde los derechos se ven amenazados, no hay nada más revolucionario que un médico o médica consciente de su rol.
Dra. Anamaría Arriagada
Presidenta Nacional Colegio Médico