In Memoriam | Dr. Eduardo Fernández Flores: Un Héroe Anónimo

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Por Dra. Rubí Maldonado


El Dr. Fernández nació en Melipilla en febrero de 1931, siendo el mayor de cinco hermanos. Sus padres eran profesores normalistas, preocupados de la educación de sus hijos, que obtuvieron títulos de profesores, contador, odontólogo y médico.

Hizo su enseñanza básica en la escuela pública de Melipilla y la media en el Liceo Barros Arana de Santiago. Estudió Medicina en la Universidad de Chile, donde se tituló en 1957.Sus compañeros lo recuerdan como el más tranquilo, silencioso, amable, entregado a sus estudios, sin dejarse alterar por nada, aunque se viera enfrentado a situaciones muy difíciles.

En febrero de 1967 contrajo matrimonio con Marion Belmonte, profesora de Química, con quien formó una familia de 3 hijos, 4 nietos y 1 bisnieta.

Desde 1957 a 1968 trabajó en el área de Melipilla, haciéndose cargo del Programa de Pediatría de la zona.

En 1968 fue contratado en el Hospital Arriarán en la Cátedra del Dr. José Bauzá y en los consultorios de Estación Central y Maipú donde fue subdirector y Jefe del Programa de Pediatría.

El 11 de Septiembre de 1973 debió permanecer los tres días de toque de queda en el consultorio de Maipú atendiendo las urgencias, heridos a bala, partos y a un miembro de la FACH. Por trabajar esos días y no estar en paro, fue exonerado del Servicio hasta 1992, cuando fue nuevamente contratado como Asesor de la Dirección de Atención Primaria del Servicio de Salud Metropolitano Sur y luego como Director de Atención Primaria del Área Sur, hasta 1998, cuando asume como Director del Consultorio Julio Acuña Pinzón, en Lo Espejo, hasta su jubilación en 2007.

Durante los 19 años en que estuvo exonerado del Servicio Público trabajó en la atención médica que implementó la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia Católica para las personas reprimidas por la Dictadura y sus familiares.

Inicialmente instaló una consulta en el centro de Santiago junto a otros médicos exonerados como el Dr. Almeyda, la Dra. Parada y el Dr. Rubén Ipinza, donde atendían pacientes derivados de la Vicaría y donde integró a otros colegas a los que no se les permitía trabajar en el Servicio. Una vez organizada la atención médica en la Vicaría, se hizo cargo de la jefatura del Programa de Salud y del de atención médica en Parroquias como Cura de Ars y San Roque, hasta 1991.

Esta atención significó una enorme entrega y una gran valentía de su parte y de todo el equipo médico que se atrevió a dar atención a pacientes que no tenían otra posibilidad, en medio de la constante amenaza y represión de parte de los organismos de la Dictadura. Especialmente violentos eran los tiempos en que había protestas u otras manifestaciones de resistencia, como huelgas de hambre, en que esos equipos se mantuvieron siempre en sus lugares de trabajo en medio de un gran peligro.

Después de jubilarse, tomó cursos de francés y participó en los talleres de la Agrupación de Médicos Mayores hasta que la enfermedad de Parkinson se lo permitió. Falleció en 2022.

Es un honor para mí haberlo conocido, haber trabajado con él y aprender con su ejemplo cómo llevar a la práctica la vocación de médico y el compromiso inclaudicable con el bienestar de sus semejantes.