Dr. Óscar Román Alemany
Estoy poco acostumbrado a mirar y analizar lo que ya se fue. Siempre pensando enlo que se viene. Pero el año 2020 fue muy diferente. Fue un año que considero perdido, que transcurrió como si no hubiera existido, como una sombra fugaz que pasó por nuestra ventana y que se perdió como como un viento huracanado en el horizonte lejano de la vida.
Pero pensemos en las causas y consecuencias de este acontecer desconsiderado y maldito. Me hace recordar una metáfora absurda y sarcástica que un famoso y ya desaparecido humorista repetía frente a sus inventados problemas: ¡Uf, uf, esta vida triste y desconsolada! Ese año existieron para mí situaciones tristes y otras, alentadoras y casi felices.
Primero vino el estallido social del 18 de Octubre del año anterior, que produjo, además de las protestas por la desigualdad social, una serie de ataques violentos al Metro de la capital y al comercio. Ello produjo problemas de movilización general, incluidos los automóviles, porque se destruyeron gran cantidad de semáforos, y por ende, atochamientos impensados y lentitud de manejo. En lo personal, no experimenté grandes cambios, pues el trabajo hospitalario, el privado y las acciones gremiales pudieron continuar. Sin embargo, para la gente, incluidos pacientes, amistades y familiares, significaron una gran baja de los encuentros y en la posibilidad de reunirse
Pero en Marzo apareció la Pandemia y la situación general empeoró, debido a las medidas sanitarias de confinamiento, cuarentenas e impedimento de reuniones, por ende, se acabaron las reuniones académicas, gremiales, clases y conferencias. Además cerraron locales de comercio, restaurantes y se hizo difícil la alimentación para quienes, como yo, acostumbraban a concurrir frecuentemente.
Mayor problema fue para para los adultos mayores, los más afectados, por ser de mayor riesgo de infección, que fueron castigados fuertemente por la imposibilidad de salir de sus hogares por semanas y meses. Los que vivían solos, como yo, sufrieron una suerte de encierro carcelario muy difícil de aceptar y soportar.