A la doctora Dra. Ella Palma Cadiz

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Dra. Rubí Maldonado Parada


 

El 20 de Febrero de 2022 falleció la Dra. Ella Palma, a los 92 años.

Docente en la Escuela de Medicina de la U. de Chile, y figura inolvidable de los años 80, durante la democratización de nuestro Colegio, es un honor para mí recordarla en estas líneas.

Nació en Septiembre de 1929. Estudió Medicina en la U. de Chile. Trabajó en la Cátedra del Profesor Juan Wood, en el Hospital José Joaquín Aguirre, y, posteriormente, en el Departamento de Ginecología y Obstetricia, como Profesora Asociada hasta 1973, cuando fue exonerada. En 1959 obtuvo su Fellow en Endocrinología Ginecológica en la U. de Duke, Carolina del Norte, EE. UU. Perteneció a las Sociedades Chilenas de Obstetricia y Ginecología y de Endocrinología y Metabolismo.

Hasta el Golpe Militar, tuvo un intenso trabajo gremial, representando a su Hospital en la Convención Médica de Santiago, ejerciendo la Secretaría General de la Federación de Médicos de la U. de Chile. Colaboró en la reforma Universitaria, participando en el Departamento de Acción Gremial del Colegio Médico e integrando el Consejo Directivo de la U. de Chile.

El 11 de Septiembre llegó temprano al Hospital y estuvo ahí hasta que levantaron el toque de queda tres días después. Volvió a su casa, que fue allanada en repetidas ocasiones, sin darle razones.

El 20 de Septiembre del 73 fue citada al Hospital y llamada a la cancha con un grupo grande de médicos. Un oficial de Carabineros la puso contra la pared y la revisó por si tenía armas. Le allanaron el casillero, llevándose el dinero de su cartera. Con la manos arriba, una metralleta en las costillas y sin entender nada, fue llevada junto a otros funcionarios a la comisaría. Fueron interrogados sobre armas que nunca hubo. A las 3 de la mañana fueron trasladados al Estadio Nacional. Llegó a un camarín con muchas mujeres hacinadas, pero muy solidarias entre ellas. Desde ahí las sacaban a los interrogatorios. Un mes después, sin cargos, la dejaron libre. La Fiscalía de la Facultad le abrió un sumario con absurdas declaraciones de colegas que incluso habían sido sus alumnos. La exoneraron después de casi 20 años de trabajo. Quedó truncada su carrera profesional y académica. Ese día vio como sacaban del Hospital a funcionarios y alumnos con las manos amarradas y los ojos vendados. No volvió más. Tampoco volvió a ir a las reuniones de la Sociedad para no encontrarse con colegas conocidos que ya no la saludaban.

Sobreponiéndose, volvió a trabajar en su consulta privada, para atender a sus muchos pacientes y acoger a mujeres reprimidas por la Dictadura. Volvió a organizarse con otros médicos en su situación, para buscar ayuda en el extranjero.

Trabajó por la defensa de la Salud Pública desde la Academia de Humanismo Cristiano, la Comisión Chilena de Derechos Humanos, el Coordinador de Salud, la Organización de Profesionales de la Salud, entidades todas de resistencia a la Dictadura. En 1979 creó con otros médicos exonerados, la AMEPEX, agrupación fundamental para la recuperación democrática del Colegio Médico. Su trabajo en la década de los 80 fue un pilar en la defensa de los Derechos Humanos de la población y en denunciar el deterioro que ocurría en la Salud Pública.

Imposible olvidarla en esos años, siempre activa en el Colegio, donde representó a AMEPEX en el Regional Santiago. Se la vería siempre ocupada, sonriente, dispuesta a escuchar y trabajando con otras mujeres como ella, las Dras. Haydée López, Laura Moya, Ana Vega, Ema Acuña y sus amigos Guillermo Sohrens, Fernando Bustamante, Patricio Arroyo, Alfredo Estrada, Willy Steil. Gran equipo.

Como dijo a la periodista Rebeca Uribe, su sueño de país justo duró tres años, y no creía que volviera a ver una sociedad solidaria donde la gente más débil estuviera protegida: “mi sueño lo siento cancelado y no es fácil conformarse, pero me queda una gran tranquilidad. Di lo máximo de mi como médica y como persona durante esos tres años. No me resté de nada. Y tampoco me resté después en la lucha contra la dictadura”.