Chéjov, Por Dr. Yuri Carvajal

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Mi interés por Chéjov[1], se basa en el gusto. Pero luego he encontrado en él, escritos de un notable caso de médico, escritor y enfermo. Su narrativa es sencilla y brillante, un ejercicio minimalista etnográfico que deja oír la voz del otro. Decía: “la medicina es mi esposa, la literatura mi amante” (Lafitte, 1966).

Un episodio muy peculiar, que revela los lazos entre medicina, narrativa y etnografía en su vida y obra, es el viaje realizado en 1890 a la isla de Sajalín (Chejov, 2014), para conocer la situación de los presos en esa isla colonia penal. Su visita se tradujo en un ejercicio narrativo de encuestas, cifras, demografía y política. Aunque su trabajo no logró ser aceptado como tesis doctoral como Chéjov pretendía, en el corazón de su literatura habitan estas tres almas. En la coda de Un homicidio, reaparece también la desdichada suerte de los condenados a Sajalín.

En su obra abundan los médicos. Algunos de ellos son personajes secundarios. Pero los hay con especial protagonismo. Chéjov2 parece necesitarlos para dar un contrapunto al personaje principal de la respectiva historia, una especie de viento que impetuoso apega su ropaje al cuerpo y permite ver el relieve de la silueta. En La Extraña Confesión, el rol de Guiña Ojos, el médico Pavel Ivanovich Voznesenski es de primer orden, pues se trata del rival amoroso del juez protagonista; en La cigarra, Osip Stepenavich Dimov es la abnegada y nada artística víctima de Olga Ivanova; en Enemigos, Kirolov es médico y padre sufriente, maltratado en una consulta banal; en Ionich, Dmitry Ionich Startsev es el médico rural que testimonia con dificultad el verdadero talento de los Turkin; el Dr. Sobol de Mi mujer busca solidariamente ayudar a los campesinos en medio de un brote; en La Princesa, Mijail Invanovich es el único capaz de decir la verdad a Vera.

Nos quedaremos con esta ligera enumeración para remarcar la presencia de la profesión en su literatura, porque si el rol de médico es importante en producir el contraste buscado, los rasgos clínicos de su práctica incorporados por Chéjov son mínimos, y quedan por tanto, fuera del propósito de este texto.

Por el contrario, los personajes que proponemos estudiar tienen características que impregnan la práctica clínica que realizan, permitiéndonos asistir a través de sus textos, a la experiencia de una medicina personalizada, no tanto desde el punto de vista del paciente, sino para el caso que estudiamos: el del médico. Todos hemos experimentado formas variadas de ser médico: la medicina al igual que otras prácticas como artes, humanidades y ciencias, se ejerce en estilos o modos altamente personalizados. No hay un rol profesional estándar y estable que coger en el cual internarse a lo largo de los estudios o el trabajo. Las personas van organizando su accionar, generando formas regulares de abordaje y produciendo estilos de práctica.

Lo que nos ofrece Chéjov a partir de su magistral trabajo literario y de su conocimiento médico es la posibilidad de realizar una descripción de variantes, modos de ser o devenires médicos. Al acercarnos a esos modos con un afán comprensivo, buscamos dar una particular interpretación y utilidad a la literatura médica para los profesionales de la salud y para la salud pública: la posibilidad de interrogarnos acerca de nuestros propios modos de hacer nuestra práctica, una especie de cuidado de sí en la medicina. Lo hacemos además como una invitación a leer a Chéjov, como una actividad legítima y productiva del campo de los estudios de ciencia y tecnología (STS) en el mundo clínico.

Dr. Yuri Carvajal: Editor Jefe de Cuadernos Médico Sociales. Doctor en Salud Pública. Profesor Asistente, Universidad de Chile.
*1 Fragmento del ensayo, Dos rusos para narrativas médicas.