Obituario: Dra. Eliana Giglio Raggi

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Dr. Alejandro G. Illanes Mora.

Grupo de Sueños de Médicos Escritores.

Con gran dolor de nosotros, sus amigos, nos ha dejado la partida a la eternidad de Eliana Giglio (18/01/2022), colega, quien, con su primer esposo, Roberto Carpentier Van Roy, también médico, fue madre de cinco hijos, dos de los cuales, Eliana y Cristián, siguen la profesión de sus progenitores.

Estudió Medicina en la Universidad de Chile, asistiendo a la cátedra principal en el Departamento del Profesor Avendaño Montt del Hospital Clínico, donde tuvo como instructor en Medicina al maestro Dr. Osvaldo Olivares.

Quien escribe, siendo alumno en una sala hospitalaria vecina, le atrajo atención su porte elegante, de finos rasgos faciales europeos, nada de extrañar, pues era hija de padres italianos.

Egresó el año 1957 y desde el comienzo de su carrera se interesó por la anestesiología, especialidad a la cual dedicaría su vida como médico. Con este propósito se incorporó al Departamento de Cirugía del Hospital Clínico J.J. Aguirre, institución que iniciaba el primer Programa de Especialistas, propuesto por el maestro Dr. Mario Folch Angulo. Ingresó junto con su amiga, compañera de curso, Dra. Ana Barrera, colaborando ambas con el Dr. Olivarí, anestesiólogo experimentado en la práctica, docencia y en labores de investigación. Para este último fin, la Dra. Giglio solicitó ayuda al que suscribe, médico investigador, docente y líder reformista de esa época, para presentar y publicar resultados de progresos en anestesia.

Estando ella ya separada de Roberto, establecimos una envidiable relación afectiva, que involucró a las familias y amistades de ambos, como los García, Bahamonde y Krause.

Los años 60 eran de protestas y cambios artísticos y culturales en Europa, atrapada en adoptar el Surrealismo de André Breton, como la super realidad o realidad absoluta. En Chile, la juventud universitaria invade las calles y se toma las aulas de la enseñanza, se levanta e impone la Reforma Universitaria. El gremio de Profesores de Medicina señala rumbos en este novedoso cambio cultural, democrático y colectivo. Desaparecen las Cátedras de caduca administración de tipo feudal, y se organizan Departamentos de dirección colegiada. El Rector es asesorado por el Senado Académico y todos los miembros de órganos representativos son votados por los alumnos y el personal administrativo.  Los Programas de docencia, administración y de contacto con la sociedad son materia a proponer por comisiones técnicas ad-hoc.

En instancia inesperada, siendo Decano, el Dr. Alfredo Jadresic, quien preside el Consejo de Profesores de Medicina, adoptando los cambios propuestos por la Reforma Universitaria, elige por unanimidad a la Dra. Eliana Giglio Raggi como Directora del nuevo Departamento de Anestesia y Reanimación del Hospital Clínico. De este único centro de post-grado en el país, emergen reconocidas personalidades, con preparación científica y técnica, como son los ejemplos de Lucía Volosky, Ana Luisa Muñoz Bahamonde, Samuel Torregrosa, Héctor Lacassie y otras.

El año 73, ya bajo la dictadura, el que suscribe es dejado fuera de su puesto en la Universidad de Chile, sin cargos comprobados, por colaborar (ad honorem) con el gobierno popular del Dr. Salvador Allende. Preocupado, porque me entero que aparezco en listas de nombres buscados por los cuerpos de seguridad. Por esto, soy auxiliado por académicos del exterior, a través de la Embajada de Suiza, con pasajes aéreos y visas. Asimismo, surge ayuda en Chile, dada por la Dra. M.L. Cayuela de Weinstein y la heroína de este recuerdo, Dra Giglio, quien me permite ser catapultado a Mendoza y luego a Europa.

Estando formalmente instalado por un tiempo en el viejo continente, me visita la Dra. Giglio, compartiendo así, el cálido nido “Mutter Hause” en Berna, durante algunos meses. Ella, en su tiempo disponible, es aceptada por el Departamento de Anestesia del Gran Hospital de esa ciudad capital. Aunque la doctora sufre de dificultades en los cuatro idiomas oficiales de ese curioso y adelantado país, regresa a Santiago con adelantos en la aplicación, cada vez más compleja, de la Anestesia.

Después de su estadía en el exterior, la Dra. Giglio se distingue como una profesional más segura de sí misma, que ha pasado toda una vivencia, al frecuentar centros culturales y conocer varios países y antiguas ciudades, y también por montarse en el onírico tren “Expreso de Oriente” y de contactar con afectuosos parientes cercanos en la Spezia, puerto de Italia.

Es notable en ella su facilidad natural de hacer sólidas amistades, en forma social, profesional y políticamente transversal, tanto en Chile como en el extranjero. En Santiago forma equipo para operaciones quirúrgicas con los doctores Emilio Morales, neurocirujano, y José Amat, cirujano general. En el interín, la visito y le propongo reunirnos en Venezuela.  Conversa con su amigo, Emilio Morales y el Profesor de Psiquiatría Armando Roa, quienes la apoyan en su entusiasmo afectivo. En los años del Gobierno Militar, estando quien suscribe como Profesor en Venezuela, Eliana viaja y pronto nos reunimos en matrimonio civil el año 83 en ese país. Allí, ella se adjunta como especialista en el Hospital Universitario Ruiz y Paez, de ciudad Bolívar, comprometiendo y cautivando a su vez, a los colegas venezolanos con su gentilicio, cultura y la puesta en marcha de un novedoso Programa de Preparación de Anestesiólogos.

Es una compañera dinámica: remodela, pide cortar árboles, rehace jardines en la Casa Quinta, Gertie, en el barrio Vista Hermosa de esa ciudad capital del Estado Bolívar. Es un hogar que amorosamente la recibe y cobija. Inmersa en una nueva felicidad, invita a sus hijos, que han permanecido en Santiago, terminando sus estudios, estructurando sus profesiones liberales y asegurando su vida afectiva.

El Coronel Chavez es elegido Presidente a fines de los 90. Un día caluroso, como cualquier otro en el trópico, a la hora de acomodarse a la mesa para cenar, con voz clara y fuerte, la Dra. Eliana anuncia:

¡Me regreso a Chile!  Se me están olvidando las cosas en el pabellón quirúrgico, poniendo en riesgo la vida de mis pacientes…

¡Me retiro de la profesión!

Hay veces…

Hay veces, que a veces,

Se muere tres veces

Primera vez, es lenta

cuando a ella le comienza

el Alzheimer

La otra, cuando ella

se va a la eternidad.

La tercera,

cuando te toca.