Teatro en frutillar

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Dra. Rubí Maldonado Parada


 

Desde algún tiempo vivo en el sur. Disfruto de la tranquilidad, gozo de la naturaleza y de los variados e impresionantes pasajes. Atrás han quedado las atracciones y tensiones de la gran ciudad. Nada parece faltar, pero me he dado un atracón de teatro que me tiene emocionada.

Por fin volvemos a tener el hermoso Teatro del Lago, en Frutillar. Con mascarilla, pero no importa.

Durante tres días hubo un festival de teatro magnífico. Fui a las cuatro obras que se presentaron. Grandes actores: Paulina García, María Izquierdo, Catalina Saavedra y muchos otros; músicos, diseñadores, directores, dramaturgos. Obras excelentes. Pero no solo eran las obras y las actuaciones.

Era el teatro mismo, precioso. Era el ambiente de tanto arte, junto en un pueblo chico. Arte de verdad. No había alfombra roja, ni vestidos espectaculares. Los artistas estaban ahí, al alcance de la mano. Después de cada obra, sentados conversando con el público, sin presión. Con un público interesado, que había visto las obras en silencio emocionado, hasta los niños, que me impresionaron por su silencio y las preguntas que hicieron.

Y además se da una cosa linda entre los artistas que vienen y los locales, como casi siempre se hace en el Teatro del Lago. Hacen talleres, clases, trabajo conjunto. Por ejemplo, la Pali García hizo un impresionante monólogo de una dramaturga de Hornopirén, Álvarez de Araya, y otro de una dramaturga de Osorno.

Y yo me emociono de revivir tiempos de la Unidad Popular, cuando se daban estas cercanías con grandes actores entregados totalmente al arte y a poner su trabajo a disposición de los espectadores y a mostrar lo que iba pasando en la sociedad.

Y me emociono, porque de alguna manera todo eso me hace crecer la esperanza de que no todo está perdido, que mucho de lo que soñamos alguna vez se hará realidad.

Terminadas las funciones, volvemos a la realidad del sur. Nos ponemos los abrigos y las bufandas y vamos saliendo, admirando hasta las paredes del teatro tan lindo, escuchando el ruido del agua del lago, recibiendo el aire frío en la cara y mirando la luna iluminar la noche transparente y el agua oscura del lago. Es algo como la felicidad.

 

RECORDANDO / André Barreé

“Mis veinte años pasados

Lejos de mi tierra araucana

A orillas del gran río Orinoco

Bajan sus cristalinas aguas hacia el mar

Bajo el puente largo de Soledad

Que ya imaginó Julio Verne

para que yo lo sellara

En mi corazón de viajante.

 

Días vistos desde el atardecer

Al acostarse el sol

Sobre la arena mojada

En el horizonte

Alma de luz y fantasía

 

Me recordabas la creación

De la naturaleza, la vida y el hombre

Con su sentido de hacer y crear

Lo que no se hizo antes

 

Eres vida, Orinoco

Color y lumbre

Que baña el atardecer

Que no es muerte

Sino vida

Tu eres testigo

De hacerme materia y de ser”