Editorial: Hacer ‘bien nuestro trabajo’

1198

Dra. Bárbara Puga Larraín

Presidenta de Falmed

El ejercicio del trabajo médico ha evolucionado de manera significativa con el pasar de los años. Antes de la llegada a este nuevo siglo, ya se venía configurando un escenario nuevo cuya principal característica es ser una transformación que no se detiene. Y si bien conserva como cuerpo esencial la relación entre dos personas, el contexto social en que se desenvuelve es diferente, como consecuencia de los cambios económicos, tecnológicos, sociales y culturales de la sociedad en su conjunto y en particular del trabajo médico.

Las nuevas tecnologías, las exigencias de rendimiento en el uso de los recursos, las demandas sociales y los cambios simbólicos referidos a la salud y el rol de los profesionales, impone que quienes tenemos la opción de atender las necesidades de salud de la población seamos capaces de adecuarnos a esta nueva realidad y que mantengamos nuestro esfuerzo por responder con excelencia al desafío de atender la salud de la población. Esto, en primer lugar, implica que el largo aprendizaje y desarrollo de la relación médico paciente, cultivado en la tradición de nuestra profesión, mantenga sus bases de respeto y empatía, capaz de acoger las necesidades más íntimas de nuestros y nuestras pacientes y dar una respuesta pertinente. Eso implica recoger el nuevo contexto, donde estos mismos aspectos no sólo son una responsabilidad, sino que además son parte de una exigencia explícita e inevitable.

Así también, es importante considerar el estado actual del arte médico, los aspectos éticos y de seguridad del paciente, cautelar debidamente los impactos comunicacionales y políticos.

En resumen, una actitud de profundo respeto y dignidad, cuidadosa atención a los aspectos deontológicos y de calidad en la atención, conciencia de la necesidad de una relación de trabajo en equipo y mayor horizontalidad entre médicos, médicas y pacientes, son todos componentes de lo que hemos llamado una correcta Lex Artis. No hacerlo implica dejar de cumplir con nuestro juramento vocacional, descuidando la dignidad de los y las pacientes, lo cual además tendrá implicancias médico legales, de alto costo para cada colega y también, para el conjunto de nuestro cuerpo colegiado.

La Fundación, junto a su rol de acompañamiento de afiliados y afiliadas, ha sido enfática en destacar que nuestra mejor defensa y también nuestra mayor fuente de orgullo, es hacer “bien nuestro trabajo”. Esta tarea no es sólo una forma de referirnos a nuestro desempeño, sino que está explícito en normativas que son de gran ayuda para comprender de qué se trata esto: los estándares de la Acreditación en Calidad y la Ley de Deberes y Derechos, más nuestro propio Código de Ética, que sin duda dan cuerpo a este desafío de hacer “bien nuestro trabajo”.

El programa del curso Por una Medicina de Excelencia (PUME), con 31 versiones desde el 2013 a la fecha, se basa en los cuatro pilares que hemos mencionado y que corresponden a los reportajes incluidos en esta revista: ética, comunicación, derecho médico y lex artis; y seguridad del paciente. Su función principal y última es promover la buena práctica médica y secundariamente, lograr impactar sobre el fenómeno de la judicialización de la medicina, que representa una expresión de lo que buscamos evitar.