Por: Dra. Rubi Maldonado P.
En septiembre pasado, en su casa, como el pidió, acompañado de su esposa e hijos, falleció el Dr. Héctor Orrego, Profesor de Medicina en Canadá y, hasta el Golpe Militar, en las Universidades Católica y de Chile. Fue exonerado, detenido y exiliado, así el país perdió a un gran académico y a una gran persona.
Nació en diciembre de 1923, en la casona de la familia Matte, donde hoy está el Ministerio de Relaciones Exteriores. Hijo de Marta Matte Larraín y del Dr. Héctor Orrego Puelma, que fundó el Hospital del Tórax. Se casó con Manena Silva Rojas en 1947 y tuvieron 4 hijos,10 nietos y 12 bisnietos.
Su hija Elena dice que fue un eterno enamorado de su esposa y un padre querendón, apoyador y transmitidor de conocimientos; gran lector, culto e inteligente. Trabajaba con pasión. Fue un hombre bueno, lo que le importaba, y muy querido. Le gustaban los perros, las conversaciones profundas y caminar. La Dra. Ligia Gallardo, amiga de Elena, lo conoció en 1964 y agrega que hacía una preciosa pareja con Manena, siempre juntos, de la mano o del brazo, altos, bellos, sonrientes, vestidos casuales y modernos. Su casa en Ñuñoa tenía enredaderas con aroma de jazmín y flor de la pluma. Su biblioteca con paredes completas de libros, con un sillón de cuero desde donde con voz profunda y pausada le dirigió a ella, una niña, palabras serenas y cariñosas por la muerte de su padre.
El Dr. Orrego estudió en el Liceo Alemán y en el Grange. No le gustó el colegio. Ingresó a medicina en la Universidad Católica y terminó en la Universidad de Chile en 1948. Fue un destacado alumno.
Con beca en Estados Unidos, se especializó en Gastroenterología. Al regresar,trabajó en el Hospital San Borja y luego en el J.J. Aguirre donde fundó y fue jefe del servicio de Gastroenterología y Profesor Titular de Medicina. Además, continuó su trabajo de investigación en la Universidad Católica.Hacía clínica en las mañanas e investigación en las tardes. Nunca cobró honorarios por atención privada.
A fines de los años 60, participó en la Reforma Universitaria de la Universidad de Chile y fue vicedecano de la Facultad de Medicina con el decano Dr. Jadresic. Tuvo excelente relación con los estudiantes. Según sus palabras “me sentía bien con los jóvenes, siempre me he entendido con ellos y me interesan, aprendo de ellos y les enseño en un activo intercambio”.
Comprometido con el desarrollo de la medicina, tuvo una corta militancia en el Partido Comunista, pero fue el ascendiente sobre los alumnos el principal motivo por el que tras el Golpe Militar, fue acusado de ser extremadamente peligroso. Increíble para él, un pacifista. Como en otros casos, fue un distinguido colega quien lo acusó. Poco después del Golpe lo detuvieron en el hospital.
Ese año se asiló con una de sus hijas que también estaba en peligro en la embajada de Honduras. Había 200 personas en tres dormitorios. Salieron exiliados a ese país. Pensaba ser fotógrafo, pero fue nombrado Profesor de Fisiología por su currículum.
En 1974 lo llamó el Dr. Kalant a trabajar a Canadá. Fue Profesor de Farmacología en la Universidad de Toronto y Profesor de Medicina, el más alto grado. Además, trabajó en la Addiction Research Foundation hasta 1990, obteniendo numerosos reconocimientos.
Pero el exilio fue la separación familiar, la añoranza de su país que a pesar del tiempo pasado era su lugar en el mundo. Desde 1990 viajó regularmente a Chile y publicó 4 libros sobre filosofía, ciencia, espiritualidad e historia. En 2006 volvió definitivamente.
Hoy, 47 años después de su expulsión de la Universidad, la Dra. Cecilia Sepúlveda lo recuerda con frases de admiración y cariño:
“Titín Orrego, maestro extraordinario, integro, valiente, admirado, brillante. Conversador entretenido, culto y crítico, de lucidez y memoria impresionantes. Un líder y docente favorito, marcó nuestra formación, fue un privilegio tenerlo. Investigó y publicó en las principales revistas mundiales de medicina sobre los daños en el hígado. Y siempre pudo mostrarnos su trabajo y acogernos en su hogar si lo visitábamos”.
“En 1973 allanaron el hospital. Un militar separó a los funcionarios detenidos y manos arriba y apuntados por metralletas se los llevaron. Iban con Orrego los doctores Marín, Sanhueza, Tag, Ella Palma y varios más. A muchos nunca más los vimos. Lloramos cuando se lo llevaban”. El Profesor Orrego fue uno de los grandes de Chile obligados a emigrar. Tremenda injusticia y pérdida para la Medicina Chilena.