La forma de parir sí importa. Ésta consigna se eleva cada vez con más fuerza tanto desde los equipos de salud defensores del parto respetado como de las organizaciones activistas por los derechos sexuales y reproductivos.
La gestación y el parto se enmarcan en la lucha histórica por reconocer la autonomía y los derechos de las mujeres de forma multidimensional. En el ámbito de la maternidad, los derechos maternales (y también paternales) son un campo en permanente disputa social y laboral por ser reconocidos. Las condiciones perinatales no solo inciden en quien nace sino también en quién da a luz.
Gracias a las modificaciones que ha tenido la práctica médica, el acompañamiento médico de la gestación y el parto han tenido cambios en pos de una atención más respetuosa. Seguir avanzando, es la base de la legislación que se comienza a acoger en la Comisión de Mujeres y Equidad de género de la Cámara Baja.
Este último punto es también el principio que rige la consigna de la Lex Artis y es el motor que impulsa la protección de uno de los eventos fisiológicos fundamentales en la naturaleza humana. Desde el área médica, el desafío es participar en el diálogo de la elaboración de una legislación que logre cambiar la realidad de las mujeres que hoy sufren violencia gineco obstétrica. La apertura a la discusión médico-legal entre organizaciones civiles y de la salud es un fundamental para la protección integral de las mujeres en dicho ámbito. Se rescata el espíritu de una atención más autónoma, la prevención de la violencia gineco obstétrica, la crítica al sistema de salud actual, el énfasis en la educación prenatal y la búsqueda de capacitar a los equipos del área.
La participación, desde la visión gineco obstétrica y la matronería, permitirá no solamente profundizar en la autonomía pragmática de las gestantes, sino del reconocimiento de quienes han entregado sus vidas al servicio de las mujeres. Sin embargo, hay que reconocer las cifras de violencia en este sentido sufridas por las mujeres, pues nos emplazan a actuar como agentes sanitarios en defensa de la salud de la mujer. Debemos transitar a un modelo centrado en la gestante y sus necesidades.
Es imprescindible que la legislación vaya asociada al rigor de la aplicabilidad: En los últimos 50 años, las brechas de infraestructura, recursos humanos y equipamiento han contribuido al ejercicio de la violencia hacia las mujeres, creando una arquitectura organizacional que no favorece el parto respetado. No se han corregido las brechas y la exposición de los equipos de salud y las gestantes a estos elementos descritos, generan desesperanza. Se debe considerar la asignación de recursos para que el proyecto de ley sea una herramienta que mejore sustantivamente la forma en que ocurra el nacimiento. Citando a Michel Odent, pero adaptándolo a nuestro momento constituyente: “Si deseamos cambiar nuestro país, cambiemos la forma de nacer en Chile.
Tenemos la tarea de dialogar, ser autocríticos del ejercicio de las violencias en las atenciones en salud y participar entusiastamente en el proyecto de legalización por un parto exitoso y respetado.