Históricamente, la medicina fue considerada un símbolo de humanización y la relación médico paciente se basaba en el servicio y ayuda al prójimo, velando por sus necesidades. Sin embargo, la creciente tecnificación de la asistencia sanitaria, el aumento de la presión asistencial y las urgencias administrativas, han impuesto una brecha entre el médico, los pacientes, sus familias y los equipos.
La medicina, especialmente desde la segunda mitad del siglo pasado, vive un explosivo desarrollo científico y tecnológico. Las disciplinas de la salud adquieren una eficacia en sus diagnósticos y en sus terapias. La antigua máxima de que los médicos no ven enfermedades, sino enfermos, va perdiendo fuerza, en respuesta a las crecientes demandas de comunidades cada vez más numerosas.
El bioeticista norteamericano Mark A. Siegler, autor de “Las tres edades de la medicina y la relación médico-paciente” estima que tras una era enfocada predominantemente en el médico (paternalismo) y una era del paciente (autonomismo) nos encontramos frente a una nueva era de la medicina de la burocracia (o «del financiador»), la cual supone la conversión del médico en gestor. Una de las exigencias de esta nueva era es que el médico integre en la toma de decisiones el criterio de asignación de recursos, equilibrando los deseos del paciente con la eficiencia y conveniencia social e institucional.
“A diferencia de las dos etapas anteriores, los deseos de pacientes y médicos se someten cada vez más a los deseos de administradores y burócratas. Esta situación distorsiona la relación médico-paciente y supone su mayor reto en tres mil años de historia”, señala el autor.
En este contexto, ¿sobrevivirá la relación médico-paciente? Según Siegler, teniendo en cuenta que la medicina tiene el objetivo fundamental e inalterable de ayudar a los pacientes, la toma de decisiones compartida es la única vía posible para recuperar el quiebre de la relación.
Rehumanizar la atención y los equipos
El Jefe Unidad de Mediación en Salud del Consejo de Defensa del Estado, el abogado Pedro Barría Gutiérrez, acaba de lanzar en junio pasado su libro “Democracia terapéutica”, en una actividad encabezada por la presidenta del Colegio Médico de Chile, Dra. Izkia Siches. En él, el abogado analiza la pérdida del objetivo principal del ejercicio profesional médico. “Si el foco sólo es curar y nos enfrentamos a enfermedades incurables, se pierde el objetivo de la medicina. Sin embargo, si el objetivo principal es cuidar, como era antes, la medicina recobra su esencia”, señala Barría en entrevista para la presente edición especial.
A su juicio, es urgente rehumanizar la medicina. “El lucro y la eficiencia como gestores de las actividades sanitarias han terminado con la medicina. Esta es una relación entre personas: médicos y/u otros profesionales sanitarios; y pacientes, familiares y cercanos”, manifiesta.
Si los médicos trabajamos aislados, y sólo miramos el cuerpo, la experiencia para los pacientes va a ser innecesariamente más dolorosa y de menor calidad. Humanizar (también es) profesionalizar”.
Dra. Alejandra Palma Behnke, Jefa de la Unidad de Cuidados Continuos y Paliativos, Hospital Clínico Universidad de Chile
“Yo conocí una medicina en el que el contacto entre el médico y el paciente era diario, fuerte y permanente, en un esquema en que los médicos atendían en el hospital público en la mañana, en la tarde atendían en la consulta particular y en la noche hacían visitas domiciliarias. Pero luego se fue produciendo un divorcio entre los médicos y los pacientes que a mi juicio tiene causas estructurales pero también humanas”, agrega. Y explica: “estructurales, porque las administraciones hospitalarias entienden por eficiencia sólo al mayor número de pacientes que se atienden en una hora y humanas por la falta de empatía con los pacientes y sus familiares”.
El abogado salubrista subraya que “toda acción o actuación médica, se desarrolla en el marco de esta relación humana, sin embargo, esta relación se ha transformado en un vínculo clientelar. Los enfermos ya no son pacientes, sino usuarios, cotizantes o clientes. Los médicos han pasado a ser prestadores. Las decisiones médicas de tratamiento no se adoptan libremente entre el paciente y su médico, sino que están mediatizadas por aspectos administrativos, coberturas de seguros y administraciones hospitalarias”.
Barría, quien fuera abogado de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago, considera que hay que recuperar la empatía tanto en la relación médico paciente como con el resto del equipo. “Un médico más empático, preocupado por cómo se siente el paciente y su entorno, aunque las cosas salgan mal, estoy seguro que los pacientes no lo demandarían”, afirma. Advierte que esta falta de empatía también se extiende al resto del equipo médico, porque la relación dentro del mismo equipo médico no es fraternal, lo que a su juicio se explicaría en la estructura militarizada de los hospitales, que queda en evidencia incluso en la terminología que se emplea, como por ejemplo guardia, evento centinela, cabo, caba, etc.
El aporte de los Cuidados Paliativos
Las distinciones teóricas sobre la humanización pueden ser amplias. Sin embargo, para quienes trabajan con pacientes en cuidados críticos, incorporar una mirada integral no sólo es parte del buen trato que los pacientes merecen recibir, sino también una obligación de la buena medicina.
La doctora Alejandra Palma Behnke, Jefa de la Unidad de Cuidados Continuos y Paliativos del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, así lo explica.
“Tener una mirada de la persona enferma de manera más multidimensional incluye aspectos que los médicos no teníamos en cuenta. Sabemos que aspectos de la esfera emocional tienen un impacto en la carga de síntomas, en la toma de decisiones, entre otras. Si los médicos trabajamos aislados, y sólo miramos el cuerpo, la experiencia para los pacientes va a ser innecesariamente más dolorosa calidad y de menor calidad. Humanizar (también es) profesionalizar. Ahí hay un desafío que no es menor. Creo que la medicina paliativa ha aportado mucho en eso”, manifiesta.
Observa que los médicos que trabajan en Cuidados Paliativos deben ser un aporte para que los pacientes puedan tomar las mejores decisiones en una etapa terminal de su enfermedad. “Como paliativista, trato de entender qué es lo que le está pasando al paciente, si se trata de un sufrimiento irreversible por una enfermedad terminal, avanzada, intratable, refractaria, o bien, si es porque ese paciente no se quiere hospitalizar porque no está dispuesto a pasar sus últimos días conectado a máquinas en un ambiente lejos de su familia”, dice la docente.
En su opinión, la humanización no implica que el médico deba cambiar su paradigma, sino que pueda trabajar con otros profesionales para entregar los mayores beneficios al paciente. “Un paciente con una dificultad emocional tremenda para integrar un contenido que ya fue entregado, puede requerir apoyo sicológico o siquiátrico. Uno como médico queda corto”. También considera necesario el trabajo con otras disciplinas como asistentes sociales que vean la integridad del sujeto padeciente de una enfermedad crítica en cualquier etapa de la vida, ya sea en los extremos como en neonatología como en la vejez y en las enfermedades terminales.
Nos enseñan a programar a la perfección un equipo de ventilación; a entregar un mejor tratamiento médico, pero se nos olvida que todo ese esfuerzo es para un ser humano, que tiene familia y parientes que lo quieren
Verónica Rojas Jara, enfermera especialista en Cuidados Intensivos, Hospital Clínico de la Universidad de Chile
Trato digno en los Cuidados Intensivos
La Dra. Palma cuenta que desde Paliativos le ha tocado compartir con enfermeras que vienen trabajando en humanización. Una de ellas es Verónica Rojas Jara, especialista en Cuidados Intensivos, quien además es Master en Investigación Clínica y miembro del cuerpo de investigación clínica en la UPC del Hospital. Ella participa en el proyecto HU-CI “Humanizando los Cuidados Intensivos”, grupo de investigación multidisciplinar nacido en España que según sus objetivos busca “el bienestar y satisfacción del paciente mejorando y garantizando confort, tanto en el aspecto físico, como en el psicológico, el espiritual y el ambiental”.
“Nos enseñan a programar a la perfección un equipo de ventilación, a entregar un mejor tratamiento médico, pero se nos olvida que todo ese esfuerzo es para un ser humano, que tiene familia y parientes que lo quieren”, señala la enfermera Rojas Jara.
A su juicio, la deshumanización en el trato se debe, entre otras cosas, al avance vertiginoso de la tecnología en medicina, que nos permite extender la sobrevida de los pacientes, pero que no nos advierte sobre las habilidades que debe desarrollar el equipo médico ante esta nueva realidad.
Destaca que un paciente cuidado por sus familiares tiene menos y más cortos episodios de delirium, que es el desconcierto y desorientación que algunos pacientes sufren después de estar sometidos a muchos días de hospitalización. “Se ha registrado que los pacientes que reciben visitas de sus familiares más frecuentemente, sufren menos estrés y logran recuperarse más prontamente”, expresa la enfermera.
Rojas también señala que hay que tener en vista los cuidados del profesional de la salud en la prevención y manejo del síndrome de desgaste profesional (burn-out) y del síndrome post-UCI, las que tienen secuelas físicas, psicológicas y sociales, como también formación en habilidades como la resiliencia, trabajo en equipo, relación de ayuda (counselling), empatía, escucha activa, compasión.
El Proyecto HU-CI desarrolló el Manual de Buenas Prácticas de Humanización, que contiene 160 propuestas de medidas concretas para hacer de las Unidades de Cuidados Intensivos lugares más amables para pacientes, familiares y equipos.
Las decisiones médicas de tratamiento no se adoptan libremente entre el paciente y su médico, sino que están mediatizadas por aspectos administrativos
Pedro Barría Gutiérrez, abogado Jefe Unidad de Mediación en Salud del Consejo de Defensa del Estado.
Minsal
En Chile, el Ministerio de Salud está implementando un programa de capacitación en diversos centros de atención de salud a través de la Unidad de Acompañamiento Espiritual y del Programa Humanización del Trato del Usuario. “Es una capacitación a nivel de todo el país para trabajar con los funcionarios en temas de humanización y así darles herramientas para que puedan entender lo que le pasa tanto al enfermo como a su familia y por sobre todo, lo que nos pasa a nosotros, como equipo de salud, frente al dolor y sufrimiento de la enfermedad”, señala el doctor José Alvear a cargo del programa del Minsal.
¿Pueden las instituciones otorgar un trato más humano? Si la institucionalidad la conforman las personas, es factible pensar que se puede dirigir una institución con valores que guíen el cuidado en la atención. La actual corriente humanizadora no busca poner en duda la humanidad desplegada por los profesionales. La mirada del trabajo en equipo para otorgar prestaciones de salud integrales, sin perder la calidad y la humanización de la atención, es un reto mayor para recuperar el sentido original de la medicina.
[su_note note_color=»#f7e768″]Nuevas prioridades:
Los cuatro fines de la Medicina El filósofo estadounidense Daniel Callahan, uno de los pioneros en la bioética, dirigió en 1990 un trabajo que aún es referente en la materia: “Los fines de la medicina”. La hipótesis que motivó su investigación fue que: el progreso de la ciencia médica y la biotecnología y el aumento de las necesidades humanas la escasez de recursos para satisfacerlas habían producido un cambio radical que obligaba a pensar de nuevo la medicina. Es así que los fines tradicionales de la medicina (salvar y prolongar la vida, promocionar y conservar la salud, aliviar el dolor y el sufrimiento), y no sólo sus herramientas, instrumentos y formas de proceder, se sitúan en controversia y se cuestionan con el propósito de actualizarlos y redimensionarlos. Con estos presupuestos, el documento avanza en los cuatro nuevos fines de la medicina: La prevención de enfermedades y lesiones y la promoción y la conservación de la salud. El alivio del dolor y el sufrimiento causados por males. La atención y curación de los enfermos y los cuidados a los incurables. La evitación de la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila. Daniel Callahan: “En muchos casos, una técnica completamente impersonal resulta aceptable, e incluso deseable, como en traqueotomías de urgencia, reanimaciones cardiopulmonares y muchos tipos de cirugía de alta tecnología; pero lo más común es que se requieran también cuidados. Los cuidados no consisten simplemente en manifestar preocupación, conmiseración y disposición a hablar con el paciente; comprenden también la capacidad para hablar y escuchar de un modo que demuestra conocimiento de los servicios sociales y asistenciales necesarios para ayudar al paciente y a su familia a afrontar una amplia gama de problemas no médicos que pudieran acompañar, como normalmente ocurre, a su padecimiento”. [/su_note]