El Doctor Claudio Mora padece hace dos años de un grave cáncer al páncreas. Pasar de ser un destacado cirujano, a un paciente complejo le ha dado nuevas fuerzas y una perspectiva diferente de la medicina. Desde que fue diagnosticado dejó las atenciones privadas para volcarse a sus dos pasiones: su familia y el servicio público.
Por Patricio Cofré A.
“Hicimos una tregua con mi tumor, yo puedo comer todo lo que quiera y a él lo dejo tranquilo no haciéndome quimio esta semana”. “Muchos médicos trabajan en el sistema público. Pero les haré una pregunta: ¿cuántos piensan que es un favor el que hacen por ir a un hospital? Yo también pensaba así… ahora sé que las gracias las tengo que dar yo por estar ahí”. “El médico de la clínica mira en menos al de hospital, el del hospital mira en menos al del consultorio, el especialista mira en menos al médico general… y así nos vamos”
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Crítico, irónico y sin tapujo alguno. El doctor Claudio Mora es el Jefe de Cirugía del Hospital El Pino de San Bernardo y se ha transformado en un twitero que sorprende con comentarios ácidos sobre el diario vivir, la medicina o distintas áreas a sus cerca de 11 mil seguidores. El facultativo ha utilizado la red de los 280 caracteres para dar cuenta de situaciones límite que ha vivido como doctor, reflexiones sobre sus colegas y la profesión y, principalmente, para dar a conocer una realidad completamente radical a la que vivía hace dos años: en 2016 le diagnosticaron un grave cáncer de páncreas.
A través de la enfermedad, ha podido ver el mundo desde un punto de vista en el que se ha cuestionado la forma en que funciona el sistema sanitario, las inequidades, los problemas, la lentitud y burocracia en la aplicación de los tratamientos y la diferencia que genera contar con recursos y no. “Lo primero que se me vino a la mente cuando me diagnosticaron fue un paciente muy parecido al que mandé a quimio, le dijeron que no había posibilidades y falleció a los tres meses. Otra persona que atendí hace poco esperó un mes para un scanner. Recién con eso pude mandarla a interconsulta para su quimio, y para empezarla deberá esperar un mes más, por lo que habrá perdido casi dos meses. Yo al cuarto día de diagnosticado ya había empezado mi tratamiento. Son diferencias dramáticas”, cuenta.
Por esa razón, decidió enfocarse en su familia y en su trabajo en el hospital al que llegó hace casi 15 años. Dejó de lado las consultas privadas y se ha puesto como meta generar consciencia de las necesidades y abismales diferencias en materia de salud. “Con un cáncer de páncreas como el que tengo, las estadísticas dicen que el 100% de las personas habrían fallecido a los 6 meses. Eso, si yo no hubiera recibido la quimioterapia paliativa o de mantención, que no es cubierta por el sector público”, relata.
¿Por qué eligió mantenerse sólo en el hospital?
Cuando terminé mi subespecialidad, en 2003, decidí venirme a un recinto de salud que no conocía. Es un lugar donde es difícil trabajar, porque las condiciones externas, la ubicación y la falta de recursos hacen que uno se desanime, pero las personas te hacen darte cuenta que esto tiene sentido, que la medicina es donde uno siente la gratificación del paciente. También es muy relevante la formación de alumnos de pre y post grado para fortalecer el sello de trabajar en el ámbito público, de que las condiciones serán más difíciles y menos cómodas, de que se gana menos dinero, pero que tienen otro objetivo, que es ayudar a las personas. Tenemos que luchar por mejorar nuestra salud pública. No es fácil. Significa un sacrificio, significa tomar algunos riesgos.
¿Cómo fue pasar de ser doctor a paciente?
Fue un cambio muy brusco. Tengo un cáncer avanzado, que no tiene una solución quirúrgica y que tiene pronóstico acotado en plazo. Eso me dio una mirada de la medicina absolutamente distinta, al transformarme en un paciente que siente dolor, angustia, que quiere que su médico, más que el tratante, sea quien te acompañe en la enfermedad, en esos momentos difíciles. También en una guía, que no sea solo decirnos las cosas desde el punto de vista técnico. Es imposible volver a enfrentar la medicina como lo hacía antes sin hacer un cambio y la experiencia que estoy viviendo necesito traspasársela a los colegas y a las personas que me trabajan conmigo. La empatía y el colocarse en el lugar del otro es clave para esta carrera y eso se nos va olvidando.
¿Cuál ha sido el cambio como profesional de la salud?
Ha sido un crecimiento gigantesco. Uno se quedaba en lo técnico, olvidando que detrás de la persona hay una familia, un hijo y que el enfermo no solo quiere saber de la cirugía, si no que tenía preguntas, como si va a poder volver a tocar guitarra, a andar en bicicleta y cosas que son importantes para la vida y que no tomamos en cuenta. Hay que darle un mensaje de esperanza, muchas veces solo hablamos de cifras, de estadísticas y olvidamos decirle que todo va a salir bien. Que el paciente sienta que estamos al lado de él. Hay que crear un vínculo.
Otro punto fundamental que ha puesto sobre el tapete es la inequidad en la atención.
Soy un paciente que, por suerte, tengo todos los recursos. Veo la diferencia abismal. Muchas veces que una persona viva depende solo de los recursos. Yo llevo 160 millones gastados y eso me ha permitido una sobrevida de buena calidad y eso es impagable. Eso no se da en el sistema público. La falta de recursos mata. Si no tengo la posibilidad de darle el mismo tratamiento que estoy recibiendo yo, va a tener un pronóstico distinto.
¿Qué siente al ver esas diferencias?
Ver a personas que llevan esperando años o meses por una cirugía o por una atención, es terrible. Cuando uno está al otro lado y ve esto, es una impotencia enorme. Podría trabajar todo el día, ver más consultas, podría operar todo el día, pero no voy a dar abasto y aunque hiciera eso, necesito de más recursos. Las políticas de salud tienen que cambiar, deben ser a largo plazo porque tienen que ver con muchas áreas que no se conversan.
¿Cuál es el llamado que hace a los médicos que están en formación?
El primer llamado es que pensemos en esta situación. Muchas veces no analizamos realmente cual es nuestra función o qué es lo importante esta profesión. Algunos colegas dicen “lo que pasa es que yo estudie 12 años, por lo tanto, tengo que ganar X cantidad”. Creo que ahí es donde empezamos a perder el rumbo y esto no solo nos pasa a los médicos, sino que tiene que ver con la sociedad que mide tu éxito a través de cuántas cosas materiales tienes. Cuando eso comenzó a pasar entre los médicos, fuimos perdiendo la capacidad de pensar que estudiamos medicina para ayudar a la gente y si bien podemos tener un buen pasar económico, ¿por qué tenemos que tener tanto?
¿Eso le pasó con la enfermedad?
Sí. Cuando hace dos años atrás paré mi vida y me di cuenta que mi felicidad o la trascendencia iba estar dada por otras cosas que lograra. Por eso es importante meter esto en las nuevas generaciones. Estudiar esta profesión no es para ganar plata, tiene que ir acompañado de una conciencia social que tiene que ver con ayudar al prójimo. Un médico que no tiene conciencia social, simplemente no pude ser médico. Tenemos que hacer un mea culpa y un análisis profundo de lo que está pasando con el gremio, con las sociedades médicas, con esto de cobrar por todo lo que estamos haciendo y de mirar nuestro éxito a través de la cantidad de plata que ganamos. Necesitamos de los demás para cambiar, sí, pero si no hacemos un cambio nosotros, probablemente no va a empezar nunca la transformación.
¿Le ha cambiado la perspectiva de la profesión?
Sí, mucho. Ahora veo a un paciente que tiene una familia, que tiene una historia, que tiene una vida. Es tan importante preguntarle si tiene dolor, como también preguntarle con quien vive, que cosas hace, que cosas le gusta hacer y cuáles son sus problemas. El ambiente psicosocial, no podemos olvidarlo. Me puedo dar el lujo ahora de dedicar mi tiempo sólo a la medicina pública y por eso también me tomo todo el tiempo que quiero con ellos. El sistema nos hace disponer de poco tiempo para atender y tenemos que hacerlo más rápido de lo que quisiéramos, y por eso también significan cambios más estructurales de cómo estamos ejerciendo la medicina en Chile.
¿Me imagino que no quiere que otros doctores tengan que pasar por una enfermedad para darse cuenta de esta realidad?
Sí, cuando empecé a hacer más visible, el tema tenía como objetivo tratar de traspasar esto que me estaba pasando a mí a otros colegas y creo que lo he logrado. Me han escrito por redes sociales, se han contactado conmigo para decirme “sabes que yo siento lo mismo que tú, creo que tenemos que hacer un cambio, no podemos seguir así”. El otro objetivo es mostrar la desigualdad en la salud que hay y las diferencias en los tratamientos. Por último, quería visualizar la muerte y la eutanasia. La eutanasia, a mi parecer, es un derecho que todos debemos tener, bien conversado, bien evaluado y con una ley que la regule de manera adecuada. No solamente tenemos que estar en las buenas, sino que tenemos que acompañar en las malas. Los médicos olvidamos que dentro de nuestras funciones está caminar con el paciente hacia el buen morir. Somos iguales que todo el mundo, somos iguales que cualquier otra profesión que trabaja con personas y que tenemos que pensar que no somos mejores ni superiores a otros, sino que somos alguien que tiene la posibilidad de ayudar y eso es una gran bendición para todos.
Por una #LeyNacionaldelCáncer
El Doctor Mora ha aprovechado su tribuna en twitter para fortalecer una campaña junto a diversas agrupaciones y así poder avanzar para que Chile tenga una Ley Nacional del Cáncer. La iniciativa busca mejorar completamente las condiciones para los cerca de 35 mil nuevos casos de esta enfermedad que se suman cada año. Se estima, además, que cerca de 28 mil personas fallecen producto de este mal.
El proyecto busca crear una Agencia Nacional del Cáncer que sea la encargada de generar una estrategia nacional que coordine prevención, tratamiento, investigación y formación de recursos humanos. Asimismo, se desarrollarían planes específicos para acceso a fármacos, el establecimiento de tiempos máximos de espera, registro de afecciones y tratamientos para definir las mejores formas de enfrentar la enfermedad, junto con potenciar la investigación.
“La idea es crear una política de largo plazo que permita, independiente del gobierno o el ministro de turno, a más de 5 a 10 años, asegurar el tratamiento a todos los pacientes. Es importante tener un registro completo con respecto a tratamientos más efectivos, sobrevida, pero también otorgar apoyo psicosocial a las personas, porque muchas veces quedan sin trabajo o sus familias quedan sin ingresos. Además, se incluye la prevención a nivel primario, la investigación y la formación de especialistas”, señala el facultativo.
La propuesta contempla también que el Instituto Nacional del Cáncer sea el encargado de ver los casos de la zona central y que existan otras dos entidades que lo hagan en el norte y en el sur.
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Violencia en la salud
El doctor Mora ha relatado en redes sociales experiencias extrañas, como la vez que luego de salvarle la vida a una persona, un grupo de sus amigos llegó al hospital a ofrecerle camufladamente que podrían “ayudarlo” en caso de requerir de darle una “lección” a alguien que le incomodara. En la vereda menos irónica, pasó por una lamentable situación de inseguridad: fue asaltado junto a su colega en el estacionamiento del recinto asistencial. “Esta población probablemente es una de las más necesitadas de la Región Metropolitana, está asociada a la violencia y también tenemos que lidiar con eso todos los días. Nos afecta no sólo a los doctores, sino que, a los técnicos paramédicos, a las enfermeras y a todo el equipo de salud”, explica el facultativo. Agrega que “el tema de la violencia es un desafío porque finalmente muchos doctores o gente que trabaja acá, se van por lo mismo, porque no se sienten seguros físicamente. Alguien al que le roban, que lo asaltan, que ha sufrido una agresión, tiene todo el derecho después de irse y dice en realidad en la clínica voy a estar tranquilo y no me va a pasar nada”. Finalmente el doctor asegura que “es importante que las autoridades que tienen que ver esto, nos proporcionen una seguridad mayor, porque es lo que hace que finalmente los médicos se vayan quedando. Es difícil lidiar con situaciones tan extremas como que, entre alguien con una pistola, como que entre una banda de narcotraficantes y ese tipo de cosas que nos pasan aquí. Podemos blindar el hospital entero, poner guardias por todos lados incluso un Carabinero de punto fijo, pero cuando llega una banda de narcotraficante con pistolas, tenemos poco que hacer. Así es que, en realidad, esto tiene que ver más con solucionar otros problemas de fondo que tiene nuestra sociedad también”. |
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