Elihas Manhell
“Donde quiera que se ame el arte de la Medicina, se ama también a la Humanidad” (Platón)
Eros nos aferra a la Vida y nos revela como Humanidad un instinto desenfrenado a asirnos a nuestros días. Nos resistimos a nuestra condición finita y desafiamos la Inteligencia para hallar respuesta a los desafíos que la Naturaleza impone. Esta vez, nos sacudió con la Muerte Gris, un virus de alta contagiosidad que puso en jaque a desarrolladas culturas y nos acercó a la Humildad. Como hijos de la Resiliencia, nos levantamos algo contusos, pero bien sostenidos por la Esperanza. El mundo de la Medicina alópata aunó sus voluntades para levantarse y estudió con diligencia y prontitud una ruta terapéutica para las víctimas.
No cuento con las herramientas para compartirles un sólido relato epidemiológico del desarrollo de la pandemia. Esto es más bien testimonial, de lo observado en lo cotidiano con un entorno cambiado en los hábitos comunitarios y domésticos, los temores iniciales y el ponerse de pie. La Sociedad vio coartada sus libertades y la Creatividad volvió a retomar protagonismo; y si nos centramos en la Palabra, veremos cómo ella libera, empatiza, humaniza y fraterniza, definitivamente desconfinándonos.
Les contaré cómo un médico visibiliza la Muerte que le acompaña en sus visitas de Hospital y cómo ve el combate fraguado con la Vida en pos de prolongar sus días y la calidad de los mismos.
Veremos la Vida ya no de manera lineal y jugaremos en sus escabrosas curvas. Tendremos que saber el punto exacto en donde nuestras intervenciones entorpezcan su expresión genuina, en beneficio de su innecesaria prolongación, no con ánimo eutanásico, sino con la Humildad de reconocer el momento en donde cedemos la intervención humana a la de quien otorgó el primer soplo de vida. Es así como lo ignoto del después apasiona al Hombre como uno de los grandes misterios irresolutos, algunos abrazando una fe, otros un asidero científico, pero todos negándose a la finitud absoluta.
Precisamente al desconfinar, la Palabra permite perpetuar al Hombre más allá de sus días y expandir sus ideas sin límites. La Medicina se reconvierte para ya no estandarizar sus cánones sino individualizarlos, invitando a un ejercicio de precisión.
Ya no basta sanar al cuerpo sino al individuo completo. En su afán de prolongar sus días la Medicina de precisión querrá abordar los patrones moleculares y epigenéticos tempranamente para prolongar el disfrute y las posibilidades de un buen vivir. Ya no veremos al paciente como un individuo aislado sino inserto en una biodiversidad de un ecosistema sustentable, donde todas las piezas se ensamblan con armonía. El rol de la sanación corporal que hemos jugado hasta ahora, expandirá horizontes que no sólo se depositarán en manos de médicas y médicos, y nos convertiremos como Sociedad en miembros contribuyentes a un mejor mañana. Y así como ahora ha sido un virus el que nos ha ofrecido lecciones en diversos planos, mañana será otro agente, y lograremos de igual forma desdibujarnos de patrones obsoletos, reinventando como seres tribales nuevas respuestas frente a nuevas interrogantes.