Lleva más de 50 años investigando los impactos de la contaminación en la salud de las personas, levantando la voz contra centrales hidroeléctricas, acopios de metales en ciudades, la polución en el aire y decenas de otros temas. Por su larga trayectoria, en diciembre pasado recibió la Condecoración de Honor de la Orden Médica Chilena, en agradecimiento por su camino gremial y público que traspasó todas las barreras.
Por Patricio Cofré A.
Andrei Tchernitchin recibió, cuando apenas era un niño durante la década de los cuarenta, un regalo que lo marcaría por el resto de su vida. No recuerda con exactitud la fecha, pero sabe que no superaba los 5 ó 6 años de edad. Su padre llegó a su casa de la comuna de Independencia con un microscopio de juguete, que sería un ingenuo anticipo de lo que sería su prolífica carrera que lo ha transformado en un ícono en la investigación científica medioambiental en Chile.
“Mi padre quería ser biólogo, pero no pudo, porque cuando debía empezar a estudiar debió huir de Rusia cuando empezó la revolución y residió en un par de países de Europa. Cuando estaba por iniciar la Segunda Guerra Mundial, buscó un lugar en el mundo en el que mantenerse lejos del conflicto y así fue como llegó mi familia a Chile”, explica.
Una década después de recibir el significativo obsequio, y sin haber terminado aún su etapa escolar, ya comenzaba a destacarse por sus primeras investigaciones. Como vivía apenas a unos pasos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, comenzó a asistir a actividades académicas para desarrollar sus capacidades científicas y fue así como decidió estudiar medicina.
“Me gustaba la investigación científica biológica y la medicina era la carrera que me daba la mejor formación para eso. Me interesaba aportar conocimiento nuevo para la medicina y que le sirviera a la población del país”, recuerda sobre esa época.
En septiembre próximo, el doctor Tchernitchin cumplirá 80 años y ya lleva más de medio siglo desde que inició el camino profesional que lo llevó a dedicarse de forma permanente a la toxicología. Gracias a eso, que se ha convertido en un emblema de la lucha contra los impactos y efectos en el ser humano de la contaminación y los usos de sustancias o elementos nocivos para la salud, ayudando a limitarlos, a generar normativas para evitarlos e incluso, a frenar proyectos que fueran contra el bienestar de la ciudadanía.
Por todo esto, durante su destacada trayectoria, ha recibido diversos galardones, entre ellos, el Premio Nacional de Derechos Humanos 2014. En noviembre pasado el Consejo Nacional definió otorgarle la máxima distinción que entrega anualmente el Colegio Médico de Chile: la Condecoración de Honor de la Orden Médica.
Fue precisamente en la institución en la que ha dejado una huella imborrable. Durante décadas lideró el Departamento de Medio Ambiente de la Orden, llevando adelante investigaciones para ser una voz fuerte que permitiera frenar abusos ambientales a lo largo de todo el país, como en el caso de las intoxicaciones masivas en Quintero – Puchuncaví; por la contaminación con Arsénico de Antofagasta producto de los movimientos mineros; por los daños en el Río Maipo o en el agua en Coyhaique, por nombrar algunos ejemplos.
¿Cómo decidió estudiar medicina?
MI historia partió un poco distinta. De niño me interesaba la biología y estudiar cosas con el microscopio. Estaba en el liceo, en tercero de humanidades de la época cuando comencé a mirar granos de polen y empecé a realizar investigaciones. Empecé a ir a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile porque me quedaba a dos cuadras y ahí me recibieron varios colegas que me permitieron usar el laboratorio. Tenía 14 ó 15 años y con la ayuda de varios médicos hice mi primer trabajo antes de los 18 años. Salió publicado justo el año que ingresé a estudiar, en 1961.
¿Cuándo comenzó su interés por vincular la investigación con el medio ambiente?
El doctor Jaime Ciper vio que manejaba muy bien las técnicas, me sugirió que hiciera algo de biología con tejidos humanos y, entonces, fui su ayudante-alumno. Salió el primer trabajo publicado con él cuando estaba en tercero o cuarto de medicina. Ahí comenzamos a ver los efectos en las personas de la contaminación al medio ambiente. Desde entonces, aproveché el trabajo científico para promover estas ideas.
¿En qué momento se fue dando cuenta de estos efectos nocivos?
Fue muy progresivo, cuando hacía investigación veía sustancias químicas en las hormonas de los pollos que afectaban a la salud de las personas. Hice la denuncia y poco a poco fuimos avanzando en esa línea. Cuando terminé medicina, formé el grupo de medioambiente en el Colegio Médico, investigábamos los problemas que íbamos encontrando y progresivamente nos íbamos metiendo más en esos temas.
¿Cuáles han sido los temas que más lo han impactado durante su carrera?
Cada lugar tiene sus características diferentes. Quintero es una zona de sacrificio en la que se descubren cosas tremendas y que no eran políticamente convenientes de hablar, y las denunciaba. El uso de sustancias que estaban prohibidas para trabajarlas o tenerlas en Chile y que trataban de ocultar la información.
¿Cuáles le han generado más dolor?
Más que dolor, uso el conocimiento no para emocionarme, si no que para actuar. Las zonas de sacrificio son una irresponsabilidad de todas las autoridades. Están las hormonas en los animales, las industrias contaminantes como el arsénico en el norte, no solo en Antofagasta. Todo eso podría haberse evitado. En la zona central, el humo en la ciudad produce muerte; en el sur, Coronel con nubes de asbesto en la empresa y todos sin mascarilla.
¿Qué problemas le ha generado todo esto?
Amenazas he tenido, presiones. Pero no me gusta quejarme de eso. Creo que si quiero lograr algo, no puedo quejarme, porque creen que uno tiene miedo, pero yo soy porfiado. Incluso tuve una demanda millonaria por decir que una empresa contaminaba las aguas del Río Maipo.
¿Cómo ve la crisis climática que tenemos hoy?
Mucha gente va a fallecer directamente por los problemas de salud provocados por la contaminación. Van a haber dificultades económicas. ¿Qué es lo que se debe hacer para que la humanidad tome las medidas concretas? En la medida que la temperatura sube, el metano que esta en las zonas congeladas del planeta, va a empezar a provocar un aumento de temperatura y eso no lo parará nadie. Hay un gran peligro.
¿Cuál es la relevancia de la medicina para cuidar al medio ambiente y a las personas y viceversa?
Las políticas ambientales impactan en salud, cuando se legisla para bajar la contaminación, para proteger la flora nativa se protege a las personas. Es importante que, como médicos, tengamos argumentos para defender al medio ambiente. El ser humano causa la mayoría de los problemas ambientales, eso es ampliamente conocido, esto genera efectos y como médico tenemos que divulgar cómo protegemos el medio ambiente, porque la contaminación produce daños y enfermedades.
Pasión por la academia
Durante la década de los 70, el doctor Tchernitchin estuvo realizando estudios en Europa y Estados Unidos. Eso no separó su ligazón permanente con la Universidad de Chile. Volvió de su periplo por el extranjero a la casa de estudios que lo acogió desde la adolescencia y allí ha forjado su historia. Es precisamente desde ese foco en lo público que tiene una mirada particular sobre la medicina hoy.
¿Cómo ve la vocación de los médicos en investigación y atención clínica?
La vocación de la medicina es social, pero la motivación hoy es más económica. Se ha mercantilizado un poco, pero creo que van a haber cambios más contundentes en salud. El sistema hace que la gente sea más egoísta, hay mucha competencia y es menos solidaria, piensa más en sí que en el conjunto y eso es una de las causas que ha invadido a la medicina. Nuestra carrera está mejor que otras profesiones, eso sí, queda vocación pública y social.
¿Qué piensa del ejercicio de la profesión en el ámbito público?
Me gustaba mucho, nunca me gustó la privatemia, si tenía que trabajar como médico, lo hubiera hecho en el sector público. De hecho, en la investigación también se puede tener ese foco. Llegamos a patentar algunos compuestos, que se desarrollaron en EE.UU., pero cuyo beneficio fuera para el país y los pueblos originarios. El principio activo provenía de las plantas medicinales, por lo que lo justo era que los pueblos originarios recibieran parte de eso.
¿Qué piensa del reconocimiento entregado por sus pares en reconocimiento al servicio público que ha realizado en una materia tan relevante?
Es un gran honor y me va a facilitar el trabajo en campañas ambientales del futuro, porque cuando hay premios, hacen más caso a lo que uno propone. Es una satisfacción recibir este premio, porque son más de 40 años de trabajo en el Colegio Médico, mucho más en medio ambiente y siempre es muy agradable, pero mi objetivo es mejorar la salud ambiental de todos los chilenos.
¿Qué significa para usted el Departamento de Medio Ambiente de Colmed?
Ha jugado un rol muy importante en la protección del medio ambiente. Se ha hecho mucho, hemos ido contra la corriente. No todo ha sido un éxito, los cambios son paulatinos, no vienen de un día para otro. Hemos avanzado haciendo investigación científica relacionada con el medio ambiente, enfocada en hacer cambios y, poco a poco, llegar a la legislación y a las recomendaciones de cambios. Con un grupo de compañeros empezamos a funcionar y hacer cosas y eso fue creciendo. Insistí que tenían que haber otras profesiones y no solo médicos y eso permitió tener un departamento multidisciplinario. La gestión de la Dra. Izkia Siches permitió que se hicieran cambios más radicales y profundizar un enfoque de salud pública. Ha habido un cambio en Colmed, más progresista, potenciando que siempre tengamos en el centro a los pacientes.
¿Qué espera para la salud en los próximos años?
La medicina requiere de más salud ambiental, espero que sea una salud más socializada, no solo ambiental, que las isapres desaparezcan y exista un sistema de público estatal. Un seguro único de salud, es más justo, yo prefiero vivir en un sistema donde pague más impuestos y exista una salud asegurada y que los que no tienen recursos tengan igual salud que los demás.
El doctor Andrei Tchernitchin ha sido uno de los principales rostros en materia ambiental de las últimas décadas, entregando su visión y estudios sobre temas de alto impacto. Pero sus denuncias no solo han llegado a los medios de comunicación, también han sido parte de declaraciones, informes y peritajes especializados que ha desarrollado para entidades de todo ámbito. Universidades, municipios, ministerios, el parlamento, la Policía de Investigaciones han recibido parte de sus indagatorias para problemáticas complejas. A eso sumó publicaciones en revistas científicas y asesorías a diversas entidades públicas y privadas.
Pero dentro de esa larga cantidad de documentos, es el propio doctor el que eligió los principales hitos de su carrera:
- Realizó Informe sobre efectos diferidos en salud por exposición perinatal al plomo. Redujo la norma chilena de plomo a 0,5 microgramo por metro cúbico, la mejor de Sudamérica.
- Participó en los informes que permitieron que se desistiera del proyecto Alumyza en Aysén, que permitiría tener una planta de producción de aluminio en esa zona.
- Sus análisis permitieron que se eliminara el plomo de las pinturas habitacionales, a través de normativa legal.
- Trabajó en la mejora de las normas primarias de calidad de aire MP2,5.
- Participó en la clausura del proyecto minero Pascua Lama.
- Elaboró informe de minera Pelambres para que Corte Suprema ordenara reponer agua en estero intervenido.
- Realizó la toma de muestra de polvo de aluviones en Copiapó y Chañaral.
• Expuso para evitar que se desarrollara el proyecto de instalar una incineradora de guano en Pichidegua.