Dr. Eduardo Herrera: “En la Urgencia, tu equipo es tu familia, son tus hermanos, son parte de tu vida”

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El médico internista de 76 años ha trabajado cerca de 40 años en el sector público. Ha combinado atenciones en los Hospitales Félix Bulnes y Urgencia de Asistencia Pública y tiene una mirada crítica al sistema sanitario. Decidió seguir la profesión por la inspiración de su padre, pero estuvo a punto de seguir una carrera como futbolista. Alcanzó a jugar en selecciones nacionales infantiles con Elías Figueroa y Carlos Reinoso, en el histórico Ballet Azul de la Universidad de Chile y en el equipo de reservas de Peñarol.

Por Patricio Cofré Álvarez

El fútbol no fue solo un hobby para el doctor Eduardo Herrera, fue una puerta de entrada. Estudiaba medicina en la Universidad de la República Oriental del Uruguay a mediados de los 60, cuando entre los pasillos de los hospitales locales se corrió su fama de delantero goleador. “Los doctores me llamaban y me preguntaban. ¿Eres el chileno que juega a la pelota? Yo les decía de inmediato que iba a jugar con ellos cuando quisieran. Así me fui haciendo conocido y me empezaron a invitar a trabajar a las urgencias, a ayudar en algunas cosas y participar en pabellón mientras todavía era estudiante”, recuerda.

Su capacidad frente a los tres palos era tan interesante que antes de irse a Uruguay, llegó a jugar partidos amistosos integrando el mítico equipo de Universidad de Chile bautizado como el “Ballet Azul”, incluso antes de cumplir 18 años. Fue seleccionado nacional juvenil compartiendo cancha con Elías Figueroa, Carlos Reinoso, Leopoldo Vallejos y otros jugadores que marcarían historia en el balompié nacional en esas décadas. Ya en Uruguay, jugó en el equipo reserva de Peñarol, llegando a marcar en el estadio Centenario.

Pero hubo un punto que marcó un quiebre. Cuando recibió la oferta de jugar en River Plate de Uruguay, definió que más allá de su habilidad para inflar redes y sus capacidades deportivas, su interés y motivación estaba en otro lugar: mantenerse estudiando medicina. “Ahí rechacé la opción y decidí dedicarme a lo que había ido a Uruguay que era obtener mi título de médico”, explica.

Y la inspiración venía desde la cuna. Su padre Eduardo Herrera Celis, era médico y la pasión por la profesión se forjó mirando la labor de su progenitor en diversos lugares, entre ellos el Hospital Carlos Van Buren y el Hospital del Salvador. Allí ejerció como cirujano abdominal y colon.

Además, primó una convicción que nació en su formación en Uruguay de entregar la medicina desde el sector en el que pudiera beneficiar a la mayor cantidad de personas: el servicio público. Durante 30 años fue parte del equipo del Hospital Félix Bulnes y el próximo año cumplirá cuatro décadas. Además, ha estado en el Hospital De Urgencia Asistencia Pública.

También ha sido académico y formador de internistas de la Universidad de Chile y la Universidad Mayor y dirigente de los dos recintos en los que trabajó y del Consejo Médico y del Consejo Regional Santiago durante cerca de 40 años. Esa misma semilla, la transmitió a sus hijos: 3 de ellos siguieron la vocación y hoy también son médicos.

¿Cómo fue la decisión de estudiar en Uruguay?

No me fue bien en las pruebas y habían muy pocos cupos en las universidades, por lo que me fui a estudiar allá. Uruguay es un país extraordinario, muy completo, con educación gratuita, donde yo estudié con hijos de personas que trabajaban de basurero o de chofer de micro, con mucha amplitud social. Con diversidad de nacionalidades, con una población de raza negra de un 8% por lo que no existe tabú y existe una concepción de las personas. Ayuda a la medicina porque tienes un acercamiento distinto a las personas y se enseña medicina francesa, que es muy distinta a la americana. Allá el centro es el paciente, la persona, donde la entrevista clínica era lo más importante.

¿Acá es distinto eso?

Se ha ido perdiendo. No lo toman en cuenta, vas a un médico y te pide examen y hacen los diagnósticos con ellos. Hay una deformación de esto. Acá le cambiaron hasta el nombre y los llaman usuarios. El centro de la medicina en Uruguay no eres tú, ni lo que quieres tú, el foco es ayudar al paciente, al sufriente. El contacto es muy directo y la comunicación es muy amplia y llana.

¿Por qué la elección del servicio público?

Lo que a mí me marcó, y que a veces son señales que uno tiene y un camino, fue un día en que estábamos con mi padre conversando, viendo un partido de fútbol y había una mesa frente a él. De repente se fue hacia adelante y yo pensé que se iba a tomar un café, pero cayó sobre la mesa. Se hizo un gran tajo y no salió sangre. Eso significaba que había fallecido. Me tiré encima hasta que lo reanimamos. Había muerto y logramos que lo operaran y con un bypass logró sobrevivir. Esa experiencia, más la enseñanza que yo tuve, me hicieron estar siempre en lo público. Quería ayudar a las personas como lo pude hacer con mi padre. Era muy fuerte que a la persona que me dio la vida, le hubiera podido dar la oportunidad de seguir con vida.

¿Con toda la experiencia que tiene, que evaluación tiene del sistema público?

Hay mil camas públicas menos que hace 80 años para 19 millones de habitantes. Hay 1,79 camas por 1.000 habitantes y la relación con el sistema privado es 4 a 1. Hay 40 mil en total, pero esas 14 mil privadas atienden al 18% que está en isapres. En UCI, había 712 camas en público y 540 en sector privado. Hay un gran déficit de camas, generalizado. Y si hoy día tuviésemos las camas, faltarían médicos, enfermeras y todo. Pero así las universidades podrían aportar lo que hoy no aportan por el déficit y por la falta de infraestructura hospitalaria, hace que ciertas áreas no tengan como aumentar la formación y la cantidad de especialistas porque no tienen dónde enseñar, deformando la preparación del médico. Los médicos no tiene donde aprender.

Pero siempre se habla de que el sistema de salud es de buena calidad…

No hay camas y hay que atender a los pacientes en cualquier parte y cuando vas a las urgencias de los hospitales las personas están en un colchón, apoyados en una pared o en una silla. ¿Eso es buena medicina? La estadística da para mucho, pero no es así. Siempre me dicen, “tenemos mejores números que España, que Uruguay”, pero eso no es así, es mentira. He trabajado en policlínicos, hospitales, en la Posta Central y como dirigente he ido a todos los hospitales del país. SI uno no tiene una mirada critica es más de lo mismo. Acá en Chile la medicina en cuanto a oferta para los pacientes es pésima. ¿Por que una mujer tiene que parir en un baño o una persona debe morir en una silla de un infarto? Yo tenía que atender a 8 pacientes por sala y a eso se sumaban 24 más en el pasillo. ¿Eso es medicina? ¿Eso es bueno?

¿Qué debería cambiar?

El sistema público debe ampliarse, debe tener muchos más lugares de atención. Los Cesfam han mejorado, pero no el sistema hospitalario. Lo que hay que hacer es que, si vives en un departamento con un dormitorio y vas a tener trillizos, tienes que cambiarte de departamento a uno más grande. En Chile no se ha ampliado el sistema. no se cumplen los parámetros por metro cuadrado de espacio para pacientes y se entregan una cantidad enorme de recursos al sector privado.

¿Qué opina de la propuesta de que Chile cuente con un Seguro único de salud para todas las personas?

Eso era lo que había antes. Las personas pueden tener u optar a una clínica privada, pero esos recintos no deberían recibir recursos públicos. Hoy les pasan 204 mil millones de pesos a los privados. Por mí, que no existieran las isapres, por lo que estoy de acuerdo con seguro único de salud. Y también con una Ley Médica Única para eliminar la ley número 19.664 vigente desde el 2000.

Más de 3 décadas.

El doctor Herrera recuerda perfecto por razones emocionales, la época en la que ingresó a la Posta Central. En 1992, cuenta que asistía a variadas reuniones gremiales para salir un poco de una de las grandes penas de su vida, la muerte de su padre. Fue por eso días donde uno de sus amigos y compañeros gremiales, el doctor Ricardo Peña, le propuso sumarse al HUAP y desde ahí no ha salido. Una década antes se había integrado al equipo del Félix Bulnes, en este último estuvo desde 1980 hasta 2010.

¿Qué le han dejado sus años en estos dos recintos asistenciales?

En Uruguay entré a hacer urgencia en segundo año de medicina, tenía que suturar heridos a balas o de accidentes y entraba a pabellón a apoyar.  La urgencia es algo que te llena, cuando falleció mi padre pensé que debía devolver todo lo que había a dado a alguien y por eso me quedé en el sector público. Uno se acostumbra. Ver a las personas que están mal y que te miran pidiendo ayuda, como último recurso y ves su alma, su sufrimiento.

¿Qué es la Posta para usted?

Es la continuación de un camino recorrido, es como subirte a un barco en el que vas en busca del Vellocino de oro que es el paciente. Todos los servicios de urgencia del mundo son distintos, porque no eres tu solo. Sabes que el que está al lado tuyo o atrás es tu soporte. No puedes trabajar solo, necesitas a esas personas y ellos tienen la misma vocación de servicio por el paciente. En la urgencia, tu equipo es tu familia, son tus hermanos, es parte de tu vida.

¿Qué son los pacientes en su carrera?

Aquella persona que necesita de ti, y a la cual le debes todo y a la que le das cariño, lo ayudas con su diagnóstico y a ayudarle en mejorarle la condición. Ese es un paciente, que cuando te mira bien en busca de ayuda es una obligación moral ayudarlo.

Covid-19: “Sin los pacientes te hace falta algo”

Durante el último año y medio, los médicos y médicas mayores no han asistido a trabajar debido a la pandemia de Covid-19 que ha afectado al mundo. Debido a sus 76 años, es población de riesgo. El doctor Herrera, asume que no ha sido fácil estar lejos.

¿Cómo ha sido la pandemia?

Por edad no he podido ir por ser una persona de riesgo. Uno recurre a los libros para estudiar, pero se hecha mucho de menos, por mi estaría trabajando.

¿Cuál es la sensación?

Ha sido problemática, porque hay que cambiar la lógica de estar saliendo todos los días, ir a la posta, atender los pacientes, verlos. Uno necesita estar con ellos porque es la pasión. Desgraciadamente no hemos podido volver, pero es necesario. Sin los pacientes, te hace falta algo.