Por Begoña Yarza
Pdta. Depto. de Trabajo Médico
En marzo se cumplió un año desde que se notificó el primer caso de SARS-COV 2 en Chile y nos encontramos enfrentados a un nuevo rebrote de la enfermedad con números preocupantes en este primer trimestre del 2021.
Este año sin duda fue un gran espacio de aprendizaje del sistema de salud y los equipos de trabajo clínico, quienes incorporaron múltiples y creativas estrategias durante la progresión de la pandemia. Esta enseñanza se debe agregar en la reactivación de las atenciones de salud durante las fases de mitigación y control de la emergencia sanitaria, de manera de garantizar la continuidad y seguridad de la atención de las personas.
Un aspecto clave será la capacidad de generar estilos de gobernanza con altos niveles de participación de la comunidad y de los equipos sanitarios. Aquellas organizaciones de salud, departamentos, centros primarios e instituciones hospitalarias que lograron generar equipos de coordinación efectiva con participación tripartita, respondieron a los requerimientos de mejor forma. Esto, se logró con espacios de coordinación con altos estándares de transparencia de la información y de las decisiones.
La reactivación sanitaria tiene además sus propios desafíos. La epidemia de enfermedades crónicas no transmisibles y su impacto en la morbimortalidad en Chile es reconocida como el gran desafío que tenemos como país. Los resultados a partir de la Encuesta Nacional de Salud muestran que patologías como sobrepeso y obesidad, hipertensión y diabetes mellitus tienen un marcado aumento desde la ENS de 2010.
A ello debemos sumar que el efecto de la pandemia fue muy potente: disminuyó la atención, tanto por restricciones de aforo, de personal por agotamiento y presupuestarias, como también por el miedo de un sector importante de la población que dejó de asistir por aprensión a contagiarse. Por todo esto, muchas personas han tenido dificultades para seguir recomendaciones y un seguimiento a sus patologías.
Es tal la magnitud del problema que no resolveremos este desafío con herramientas como las licitaciones de compra de prestaciones de pacientes en lista de espera; no será instalando el acento en las actividades fuera del sistema, al contrario, será poniendo el foco en fortalecer la actividad de los equipos de salud de los establecimientos. ¿Cómo enfrentar lo que viene? Con gobernanza participativa junto a la comunidad y los funcionarios de salud; con gestión de redes integradas y con priorización sanitaria. ¿Cuándo? Debemos priorizar las atenciones esenciales, y, en esta estrategia, la Atención Primaria es un actor relevante e insustituible. Para resolver estos problemas debemos comenzar hoy el proceso del diseño del plan de resolución en red, incorporando pautas de priorización basados en criterios conocidos y estandarizados.
Estos desafíos los superaremos poniendo el protagonismo de las redes integradas de salud en dos ejes que nunca deberían estar ausentes: los territorios y la comunidad.