Marcelo López Campillay
Presidente de la Sociedad Chilena de Historia de la Medicina
El año 2024 constituye un momento particular en la historia del país, pues se cumplirán 100 años de dos hitos trascendentales: la fundación del Ministerio de Higiene y Asistencia Social y la instauración del seguro de enfermedad.
En efecto, el año 1924 ocupa un lugar singular en los inicios del siglo XX chileno, ya que fue escenario de una crisis política y social que, junto con poner a prueba al gobierno de Arturo Alessandri Palma, representó una ocasión para encauzar una serie de reformas sociales y políticas. De modo particular, la salud pública fue objeto de una particular atención, debido al intenso debate que desde fines del siglo XIX suscitaba el paupérrimo estado sanitario de la nación. En ese escenario, una de las ideas centrales fue que el Estado debía ejercer un liderazgo en la dirección de los asuntos sanitarios del país, premunido de las competencias administrativas, científicas y presupuestarias. Dicho de otra manera, esa forma de concebir la salubridad personificaba no solo una aspiración para el mundo sanitario, sino que un símbolo de progreso para una sociedad que discutía cómo resolver las diversas exigencias que encarnó la cuestión social.
En definitiva, la crisis que desató el “ruido de sables” de septiembre de 1924 fue una oportunidad propicia para comenzar a instalar las bases de la Seguridad Social en Chile, concretamente mediante el seguro de enfermedad, invalidez y de accidentes del trabajo, cuya ley n° 4.054 fue promulgada el 8 de septiembre de 1924. A partir de ahí, los trabajadores del país, y sus familias, comenzaron a disponer progresivamente de una atención médica y provisión de medicamentos garantizados, en virtud de un seguro financiado en forma tripartita por el Estado, el empleador y el trabajador.
A su vez, pocas semanas después, el 14 de octubre se creó el Ministerio de Hijiene y Asistencia Social que procuró dirigir y planificar la Salud Pública del país para solucionar no solo las urgencias sanitarias existentes, sino que también proveer el bienestar social y económico que derivaban de la salud, según consignó la norma. En esa misma línea de evolución, en 1932 se realizó una reorganización de la gestión sanitaria de la cual emergió el Ministerio de Salubridad, institución de la cual pasó a depender la Caja de Seguro Obligatorio, fundada en 1924.
Aunque debió enfrentar varios obstáculos de orden organizacional y político entre las décadas de 1930 y 1940, aquel proceso de consolidación institucional escribió un nuevo capítulo en su historia con la creación del Ministerio de Salud en 1959. A partir de entonces, el país dispuso de una madura arquitectura institucional y nacional sobre la cual se pudo ahondar en la canalización a la población los avances científicos que registró la medicina moderna, en la cooperación con la organización de la salud internacional, en el cultivo de la prevención y educación sanitaria, y en la planificación profesional de las campañas sanitarias.
Avanzadas las primeras décadas del siglo XXI, el contexto social y político del país, inserto en la era de la globalización, permite apreciar el valor histórico que a lo largo del siglo XX simbolizó para el país el establecimiento de la responsabilidad del poder público con la Salud Pública y la Seguridad Social. Sin duda, fue una de las bases de una concepción de bienestar social cuya dirección se le adjudicó a la organización administrativa, científica y profesional que sucesivamente representaron el Ministerio de Higiene y Asistencia Social, el Ministerio de Salubridad y el Ministerio de Salud hasta el presente.
En medio de un escenario en el que asoman nuevas incertidumbres políticas, sociales y ambientales, la validez de aquel desafío que emergió en 1924 se mantiene vigente.