Los médicos también nos enfermamos

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Dra. Verónica Varas Vega

Pdta. Sociedad de Anestesiología de Chile

El trabajo del anestesiólogo es uno de los más estresantes dentro de la medicina. Enfrentar una complicación anestésica, la cual pone en riesgo la vida de nuestro paciente, implica actuar rápida y certeramente. De esto depende el resultado. Vida o muerte. Posiblemente, el mayor estrés inherente a nuestra profesión está dado fundamentalmente por los pocos minutos, segundos a veces, en que debemos tomar la decisión correcta. Por si esto fuera poco, siempre hay un pequeño margen en el cual, independiente de lo que hagamos, la vida se puede escapar.

Lamentablemente, no sólo en el nivel de estrés nuestra especialidad ocupa el primer lugar. La tasa de adicción a sustancias de abuso y de suicidio entre los anestesiólogos es una de las más altas dentro de los profesionales de salud. Sólo el año pasado tuvimos que lamentar tres muertes por sobredosis de opioides.

En Estados Unidos, el Dr. Mark Gold ha estudiado en profundidad la adicción en profesionales de la salud. Los datos muestran que en el estado de Florida, desde el año 1995, los anestesiólogos encabezan año tras año el listado de adicción a drogas. El año 2003, los anestesiólogos eran menos del 6% del contingente médico total, pero daban cuenta del 25% de médicos adictos. Según los datos de médicos discapacitados por adicción a opioides, el 75% de ellos son anestesiólogos.

El problema no es sólo la facilidad de acceso a sustancias potencialmente adictivas. Hay literatura que evidencia la presencia de propofol y opioides aerozolizados en el aire de pabellones quirúrgicos cuando se ha medido, lo cual se postula sensibilizaría las vías de recompensa en el cerebro, y que esto determinaría un factor de riesgo crucial para desarrollar la enfermedad (Medical Hypotheses (2006) 66, 874).

Este problema nos afecta desde dos puntos de vista. Por un lado, están nuestros colegas, su diagnóstico, tratamiento y rehabilitación; muchas veces es un secreto a voces, pero nadie denuncia, existe un estigma hacia el colega enfermo. Por otro lado, están nuestros pacientes. Tenemos un deber ético de ofrecerles el mejor tratamiento posible, esto no va a ocurrir si su anestesiólogo está bajo el efecto de sustancias de abuso.

Actualmente, no tenemos las herramientas para proteger a ninguno de estos grupos. No hay leyes estrictas para el manejo de sobrantes en pabellón, para evitar que los médicos trabajen más de 24 horas seguidas, para evitar que médicos adictos sean contratados en un servicio tras otro. Los médicos abusan de sustancias “institucionales” dentro de su horario laboral, hay drogas como el propofol que no están bajo control de receta retenida.

Como Sociedad Chilena de Anestesiología estamos preocupados por este tema, por la implicancia que tiene para nuestros pacientes y para los médicos enfermos. Hemos buscado la ayuda del Colegio Médico y hemos establecido un trabajo en equipo que esperamos rinda frutos a la brevedad. No podemos seguir indiferentes a este grave problema del cual sólo vemos la punta del iceberg.