Brigada Médica Solidaria Cepa 1986 Universidad de Concepción
A sus 30 años de egreso de la tradicional casa de estudios penquista, esta promoción decidió convertirse en un grupo de medicina solidaria que está próximo a realizar su quinto operativo en poco más de dos años de existencia.
Solange Pino R.
Periodista Consejo Regional Concepción
¿Qué motiva al médico a cumplir su misión de servir? Desde sus inicios, la Medicina en Chile ha estado guiada por profesionales altruistas dispuestos a ir en ayuda de quienes lo necesitan. En la década de los 70, un joven escuchaba los apasionados relatos de estudiantes de la Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción, que atendían en policlínicos improvisados, que hacían viajes casi heroicos para atender pacientes en Isla Mocha o Coronel, donde los enfermos recorrían descalzos por horas el trayecto que los llevaría a la posta.
El joven que se maravillaba con estas historias era el Dr. José Venegas, quien decidió seguir esa vocación de la que fue testigo. En 1986, egresó de la Universidad de Concepción y, actualmente, es médico traumatólogo y ejerce en la ciudad de Antofagasta.
Tiempo después de salir de la universidad, el año 2006, al cumplir 30 años de titulados, cuando la generación del ‘86 se reunió por segunda vez, el Dr. Venegas comenzó a conversar con sus ex compañeros sobre el trabajo médico voluntario. Coincidieron en que el mundo necesita personas que entreguen lo que saben y éstas, a su vez, den sentido a sus vidas cumpliendo el deber moral del médico. Decidieron no quedarse sólo en las palabras, sino transformarlo en realidad.
Así nació la Brigada Médica Solidaria Cepa 1986 de la Universidad de Concepción, que con una participación en promedio de 25 médicos de la promoción, ya ha realizado cuatro exitosos operativos (dos por año) en los Hospitales de Taltal, Puerto Aysén y Cañete -en dos oportunidades-, otorgando más de mil 100 consultas ambulatorias de especialidad, 380 exámenes de imagenología, 91 cirugías, además de dictar talleres de reanimación neonatal, nutrición, diabetes, geriatría y curso de urgencias, contribuyendo no sólo a la resolutividad de las listas de espera de esos establecimientos, sino que también a entregando su experiencia y conocimientos a los equipos de salud locales, con quienes han estrechado importantes lazos de cooperación.
Seres humanos en la esencia
María Cristina Puga, médico anestesióloga e integrante de la Brigada, es quizás una de las voluntarias más entusiastas. Ella y sus colegas Irene Castro, Isabel Cottin, Olga Cerda, Lilian Sanhueza, Sandra Villarroel y Anita Concha, por nombrar algunas, son reconocidas por su compañero José Venegas como mujeres médicos ejemplares “que han sacado la cara por el grupo, ya que las horas de policlínico, consultas y educación hacia el paciente y equipos de salud son, sin duda, una tremenda entrega”, señala.
Por su parte, la Dra. Puga recuerda su generación como una marcada y hasta dividida por los tiempos que vivía Chile en los 80 y relata sobre esta experiencia que “lo que ha pasado después de estos 32 años es que nos encontramos los seres humanos y nos dimos cuenta que las diferencias no existen y si existen no tienen importancia, ya que lo que importa ahora es nuestra esencia”.
Asimismo, reflexiona que “cuando entregas este tipo de medicina, con un profundo sentido social a cambio de nada, sino que sólo de resolver los problemas de salud, nos hace sentir muy reconfortados espiritualmente y lo que siempre digo: ’Hacer el bien, hace bien’, porque como médicos la vida también nos va dejando heridas y para mí esto ha sido una verdadera medicina”.
La filosofía de la solidaridad también ha primado en este grupo a través del “ethos del regalo”, explica el Dr. José Venegas. “A diferencia de otros, nos autofinanciamos, sin sacar tantas cuentas, y regalamos al otro para así ir creando vínculos, porque cuando le debemos algo a alguien eso nos vincula, genera un compromiso que nos enriquece y nos da fortaleza de unión”.
Hasta ahora el modelo ha funcionado y aunque ha sido agotador, las satisfacciones han sido mayores. Los médicos llegan de diversas zonas del país para cumplir con esta labor. Por ejemplo, el mismo Dr. José Venegas, que viene de Antofagasta; o el Dr. Edgardo Moraga y su esposa, quienes viajaron desde Santiago para participar en este último operativo, aportando desde sus áreas: la ecocardiografía y la hematología. Y como una forma de motivar también a los más jóvenes, también se sumó a este grupo la hija del Dr. Enrique Wagemann, Paula, recientemente egresada como médica.
El ginecoobstetra Miroslav Vulinovic comenta que “la verdad es que el trabajo de estos operativos, que duran dos días, ha sido agotador, pero llegamos a casa con nuestros corazones plenos. Sabemos que lo que hacemos no es la solución para la salud pública, pero es una gotita que vamos sumando y una tremenda oportunidad para reencontrarnos como personas y como seres humanos que somos, cada uno con sus fortalezas y sus debilidades”.
Por su parte, la Dra. Puga tiene una visión clara. “La sociedad nos pide un médico humano, conectado con el paciente, no sólo una consulta, quiere acompañamiento, preocupación y que estemos realmente al lado de ellos. Chile necesita que sus médicos hagan este tipo de cosas y nosotros estamos felices de hacerlo”, afirma.
Miroslav Vulinovic comenta que la Cepa 1986 Medicina UdeC trabaja con ahínco en su próximo operativo que, esperan, sea en abril de 2019 en Punta Arenas. No obstante, se proyecta que el segundo de cada año sea en el Hospital Intercultural de Cañete, pues en las dos visitas realizadas han podido ser testigos de que, pese a contar con buenos equipos y profesionales, no dan abasto y hay mucho trabajo por hacer, por lo que están dispuestos a colaborar.
El Dr. José Venegas agrega que “nos hemos encontrado con modernos hospitales, completamente equipados, con médicos especialistas en comunidades pequeñas, pero también con las listas de espera que tanto nos avergüenzan. Nuestra brigada es una esperanza y estoy convencido que muchos colegas de todo el país estarían disponibles para ir en ayuda de más pacientes”.
Finalmente, concluye que “como generación nos hemos dado cuenta que tenemos muchas más similitudes que diferencias, no tenemos intereses detrás de esto, solo confiamos en seguir unidos, ayudando a nuestra gente”.