Historia de la Medicina: ¿Cuál es el reloj del tiempo para la historia de la medicina?

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Dra. Yuri Carvajal

¿Tiene algo que ver la medicina y su historia con el intenso debate geológico acerca del ordenamiento de las épocas en el interior del cuaternario, es decir tiene que ver con la medicina  saber si acaso ya acabó el Holoceno que habría durado tan sólo los últimos 12 mil años o  seguimos en el Pleistoceno desde hace 2.59 millones de años o estamos en pleno Antropoceno que podría datar desde los inicios de la agricultura, la revolución científica (1612 publicación de El mensajero de los Astros, de Galileo) o la marca radiactiva medible en todo el planeta y fechada como sabemos en 1945?

¿Es un debate sólo de los geólogos y la Unión Internacional de Ciencias Geológicas y la Comisión Internacional de Estratigrafía?

De partida, si los verdaderos orígenes de la medicina chilena se sitúan en Monte Verde, en el sitio de presencia humana más antiguo de América (12800 años AC) los restos de boldo (peumus boldus), planta no endémica de la zona (Puerto Montt) con evidentes signos de intercambio comercial y sugerentes señales de uso terapéutico, pone en íntimo contacto la historia de la medicina con la geología. Por supuesto, esto ubica a la Isla de Cos y a quienes escribieron el Corpus hippocraticum, en un lugar muchísimo más contemporáneo.

Entretanto la discusión geológica debería ayudarnos a entender transformaciones evolutivas de nuestra biología y que se expresan en nuestras morbilidades.

Más próximo en tiempos geológicos, el nacimiento de la agricultura en Asia hace nueve o doce mil años (la diferencia no es pequeña, pero refiere a puntos de vista disímiles), la no domesticación de animales en nuestra tradición americana y el inicio del sedentarismo en Europa frente a la mantención del nomadismo en nuestro continente, se expresan hoy en luces acerca del curso de una pandemia radical como COVID 19.

La imagen representa la salida del equilibrio predominante en los últimos dos millones de años y el desplazamiento a otro régimen de equilibrio, caracterizada por temperaturas más altas y concentraciones más elevadas de dióxido de carbono.

En efecto, obesidad y minimización de actividad física, las gemas del American way of life, tienen su origen en tiempos geológicos que aparecen llenos de historicidad. Pertenecen por tanto a los tiempos del reloj médico.

La introducción de la palabra Antropoceno, por el Premio Nobel de Química Paul Crutzen y el biólogo especialista en Diatomeas Eugene Stoermer el año 2000, para señalar una nueva era geológica caracterizada por el impacto humano sobre el planeta, obliga a sincronizar nuestras cronologías con las mediciones de la historia de la tierra.

Entender el presente como una era geológica nueva, Antropoceno, permite comprender la amenaza sobre biodiversidad. El ciclo de agua, carbono, fósforo, nitrógeno, acidificación de océanos y el calentamiento global no son ajenos al comportamiento de las enfermedades, a las migraciones y a la crisis de una civilización, y no sólo por el desplazamiento de zonas que distribuyen las enfermedades transmitidas por vectores y los efectos de las catástrofes climáticas; Sino porque la forma de vida urbana de los últimos cuatro o cinco siglos, el uso de combustibles fósiles, el sedentarismo y la alimentación son parte del deterioro de nuestra vida y salud.

Pero además el debate sobre el Antropoceno permite a las ciencias sociales entender más su rol y la urgencia de un diálogo con las ciencias biológicas -de la cual la medicina es parte- y las humanidades y las artes. La relevancia de Antropoceno puede probarse a la luz de la generación de zonas de encuentro entre disciplinas demasiado rígidas en sus límites conceptuales y edificaciones institucionales, donde los médicos debemos concurrir a esta conversación.

Nuestra práctica clínica, sobre todo la hospitalaria, tiene mucho por hacer en reducción de residuos, comprensión ecológica y en rediseño de los espacios clínicos.

Por todo esto, resincronizar nuestros relojes históricos a los tiempos geológicos es importante. Pensar la medicina en el Antropoceno es reflexionar en perspectiva histórica nuestro ejercicio profesional y nuestra vida en todo el sentido geológico de la palabra.