Premio de Honor de la Orden Médica Chilena 2023, Dr. Armando Sierralta Zúñiga: “La medicina es una profesión de servicio”

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Más de 40 años lleva formando generaciones de médicas y médicos y especialistas en medicina interna. El reconocido galeno, jefe de la Unidad de Gastroenterología y Endoscopía del Hospital Regional de Temuco, recibió el máximo reconocimiento que entrega el Colegio Médico de Chile a la trayectoria profesional.

Patricio Azolas Álvarez


 

Confiesa que en su etapa de “médico joven” jugó bastante baby fútbol, al menos una vez por semana con sus colegas, pero cuando comenzó a aparecer “gente muy joven” y que jugaba más al pelotazo, decidió dejar “la actividad”, señala el Dr. Sierralta. Además, este destacado médico se declara un apasionado de la lectura, de la historia, de la filosofía, pues dice que “es un mundo esperando que se descubra y que sirve para entender la actualidad”, pero agrega que también le gusta viajar, el cine y de manera particular la fotografía, aunque recalca que su esposa toma mejores fotos… (ríe).

Su niñez en Talca fue clave en su vida, ya que en esa época un tío médico influyó en su determinación para, posteriormente, estudiar medicina y titularse como médico en la Universidad de Chile. “Él era un hombre excepcional, internista y con un desarrollo profesional notable, en tiempos en que las cosas eran más complejas. Las provincias estaban más lejanas y ahí veía las revistas médicas como The New England, The Lancet, etc. Eso me llamó mucho la atención, era una persona de un desarrollo intelectual superior, así que diría que esa fue la influencia fundamental y desde entonces consideré que había que ser médico. Lo veía llegar con libros, con los últimos discos de música clásica y de ópera. Fue muy amigo del Dr. Rodolfo Armas Cruz”.

En su etapa de estudios universitarios, el Dr. Sierralta, realizó la beca de medicina en el Hospital San Juan de Dios en Santiago. Fue Médico General de Zona en Gorbea y desde el año 1976 permaneció en Temuco donde inició su práctica como médico internista. “Tengo grandes recuerdos durante mi formación, ya que tuve destacados profesores de la medicina chilena que potenciaban y estimulaban las capacidades de los alumnos e internos como el Dr. Rodolfo Armas Cruz, el Dr. Esteban Parroquia y el Dr. Rodolfo Armas Merino, por nombrar algunos. No sólo fueron grandes profesionales, sino que además eran valiosas personas”, destacó el especialista.

Sin embargo, lo más relevante para el Dr. Sierralta es su familia; la que se compone de su segunda esposa Denisse y sus hijos Nicolás e Ignacio y con quien lleva más de 20 años juntos y casado hace 12 años; y sus hijas Paula, Jimena, Gabriela e Isabel y cinco nietos. Sólo una de ellas siguió sus pasos y estudió medicina intensiva, y se dedica a la infectología. El especialista, también destaca su nexo con sus nietos, ya que dice que “la etapa de abuelo es fascinante, es muy notable”.

Araucanía indómita

En 1969 el Dr. Sierralta obtuvo su título de médico cirujano en la Universidad de Chile. Su primer trabajo fue como Médico General de Zona en Gorbea, entre los años 1970 y 1973, y completó su internado en la zona, donde se sumó a un proyecto de la universidad para regionalizar el acceso a la salud.

Tras su paso como Médico General de Zona en Gorbea, su relación con la región y el Hospital de Temuco lleva más de cuatro décadas. ¿Por qué decidió quedarse?

Conocer a la gente me llevó a seguir en la región. Fue algo histórico, ya que el Hospital San Juan de Dios y en particular, el Dr. Esteban Parroquia, plantearon la iniciativa de regionalización docente asistencial, y él comenzó a venir a la región y se entusiasmaron otros médicos quienes comenzaron a visitar hospitales pequeños. A los becados de medicina interna también los enviaban a la región, entonces se creó un ambiente que crecía en ese sentido (en el contexto del año 1969 donde había una falta de recurso tecnológicos y especialistas). Además, también llegó otro gran internista, el Dr. Gonzalo Ossa, que era muy parecido a mi tío, sabía de todas las especialidades de medicina. Se creó un ambiente de personas muy dedicadas a la medicina y muy valiosas. El Dr. Parroquia fue quien me convenció en venir a la región.

¿Qué significa para usted trabajar en el sector público de salud?

Desde siempre la medicina era un tema de servicio, era evidente y eso se notaba en el desarrollo de los hospitales públicos; en esos años el área privada tenía pocos adelantos. Naturalmente todos ejercían la profesión en forma liberal, fuera de sus horas de trabajo en los hospitales. Algunos pocos probablemente ejercían sólo la medicina privada, pero no existía gran desarrollo. La gran clínica era la Santa María en Santiago, que en ese momento casi era la única y el Sanatorio Alemán, pero no había un gran impulso de la medicina privada, y lo otro, es que estábamos en un ambiente cultural y político en que, obviamente, estaba esto del servicio, desarrollarse en esa área, con los más necesitados. Y eso fue básicamente en mis tiempos. Naturalmente, después instalé la consulta, que era algo tradicional para ejercer la medicina privada.

Desde los ‘80, usted es considerado un pionero en procedimientos endoscópicos diagnósticos y terapéuticos, en especial, la ligadura endoscópica de varices esofágicas, y en terapias antivirales de acción directa contra el virus de la hepatitis C y terapias más efectivas en enfermedad inflamatoria intestinal. ¿Qué lo motivó a sumar la tecnología en la medicina e incursionar en nuevas terapias?

Bueno, es lo que había que hacer y suelta una carcajada… Bueno, hice la beca de especialización en medicina interna en el Hospital San Juan de Dios, y cuando volví, había llegado hace pocos años la endoscopía flexible, así que esa era la gran novedad y uno empieza con el trabajo, básicamente, a desarrollarse. Durante la beca de medicina interna, iba rotando por diferentes especialidades, de ahí naturalmente pasé por gastro donde recuerdo muy bien al Dr. Pedro Offenberg quien era un estupendo gastroenterólogo y me enseñó los rudimentos de la endoscopía. Ahí empecé a desarrollar la gastroscopia y después pasó mucho tiempo en que la medicina, sobre todo en el sector público, tuvo un estancamiento durante la época de la dictadura militar, lo que generó el desarrollo de la medicina privada. Entonces ahí tuvimos bastantes años en que las cosas estaban un poco estancadas en cuanto a desarrollo tecnológico.

¿Y el interés por la gastroenterología?

Bueno, en ese contexto que estaba señalando, después me dediqué a gastro y dentro de ella me gustaba más hígado y esto de las hepatitis virales. Además, hacía clases, pero estaba un poco frustrado porque estudiaba mucho sobre virus y hepatitis y no veía para dónde iba. No habían medicamentos, y apareció la vacuna, y después los antivirales, entonces me acuerdo que apareció la interferón ribavirina con resultado pobre y con mucho efecto adverso, pero después vimos el desarrollo de los antivirales de acción directa en tableta, que significaba una simplificación, desaparecieron los efectos adversos, o sea, vimos una revolución que se basaba en la investigación científica y ahí tomé esto como encargado de infecciones virales, Hepatitis B y C principalmente, que son las que tienen tratamientos, las que dan cronicidad de complicación; el helicobacter pylori, la úlcera, así que me he ido enfrentando con esas cosas. Cuando yo estudié se usaba anticolinérgico, las dietas lácteas fraccionadas, el reposo; algo que ahora parece absurdo, pero eso es lo que había y después empezaron a aparecer mejores fármacos, los antihistamínicos H2, luego apareció los ome protones y finalmente el helicobacter, que fue una revolución en el concepto de lo que era la úlcera y en su tratamiento. Cuando llegué a Temuco, para los cirujanos de cirugía gastroenterológica su trabajo era operar los ulcerosos que no respondían. Eso desapareció y llegó la cirugía bariátrica, que en mis tiempos no existía, y se desarrolló. Todo ha ido cambiando y uno tiene que estar al día y comprometerse con lo que uno puede aportar, digamos, de acuerdo con su conocimiento y formación. Quisiera agregar, respecto a la especialidad, un tema novedoso sobre el trasplante fecal para el tratamiento de una infección por clostridium resistente, recurrente. Eso fue interesante, un quiebre que incorporó a la microbiota; eso fue un avance notable, y había que usarlo, un enfermo con una clostridium que lo tenía pegado por meses como estado general, y una cosa tan burda como hacer un trasplante fecal y el enfermo en pocas horas o días se mejoraba. Antes había estado meses con una carrera que lo tenía complicado. Esas cosas fueron muy notables.

¿Y el aspecto tecnológico en la medicina?

Las cosas han cambiado sustancialmente. En la tecnología, uno paga el precio del costo y en el área privada, la tecnología ha avanzado notablemente. Las imágenes eran un mundo que no existía, éstas antes eran las radiografías, las de huesos, la radiografía de tórax y abdomen simple, eso era lo más avanzado, medios de contraste, etc., pero ahora el desarrollo de imágenes es sorprendente. Primero la ecografía, por ahí a comienzo de los ‘80, se inició con la ecografía obstétrica y ahí también estuvimos un tiempo haciendo ecografía abdominal, pero después, por supuesto, lo tomaron los radiólogos y luego apareció el escáner. Eso también fue por esos años y al servicio público, por lo menos a nosotros, nos llegó después de los ‘90. Aparece también la resonancia, se pueden tener diagnósticos más certeros, más seguro; y lo de la imagen no solamente es diagnóstica, sino que terapéutica y los radiólogos realizan intervencional, entonces, es un mundo absolutamente distinto, y aquí en Temuco hemos tenido la oportunidad, tenemos los especialistas, los radiólogos, en fin, que ha significado un avance muy, muy importante. Ahora en el área privada el problema son los costos estratosféricos, es muy elevado y en el área pública, claro, no son tantos los súper especialistas y la oportunidad de la atención, que lleguen a tiempo.

Respecto al mismo tema de la tecnología, Santiago versus las regiones y particularmente la Región de la Araucanía, ¿es demasiada la brecha?

Diría que, en este momento, en el aspecto público son las listas de espera. Este es el principal problema y claro, no hay un número suficiente de especialistas; son escasos los que logran llegar a un nivel de desarrollo tecnológico muy importante, entonces son pocos y eso dificulta las cosas. En Santiago hay muchos especialistas, hay varias clínicas, se puede preguntar otras opiniones, pero ahí también hay un problema de acceso, es decir, de recursos por supuesto, y el traslado del paciente de un lugar a otro, en fin, la alta tecnología se desarrolla primero en los grandes centros.

Muchos de sus colegas, pacientes y quienes lo conocen destacan su calidad humana, cercanía y preocupación. ¿Cómo se pueden vincular o desarrollar estas cualidades en la formación médica?

Creo que se necesita más reflexión sobre eso, hay que dar un mayor énfasis a eso en la formación. Estamos al debe, y básicamente se enseña con el ejemplo, sin querer ser uno un ejemplo, por supuesto, uno no actúa para eso. Es lo que se ve, eso es mucho más importante que las clases, por ejemplo. Es la actitud de los docentes, desde donde mira el estudiante de medicina, cómo actúan y ahí falta mucho por desarrollar eso. La educación tiene que resaltar estos aspectos o virtudes. En la educación médica, en el pregrado, en la universidad y en la carrera académica, se resalta la investigación, lo cual es un supuesto esencial, pero falta ese desarrollo en general.

“Creo que hay que considerar que la medicina es una profesión de servicio, y el ser humano es tu otro yo, es como un hermano; somos todos iguales”

¿Qué mensaje entregaría a las nuevas generaciones de médicos y médicas que se están formando?

Creo que hay que considerar que la medicina es una profesión de servicio, y el ser humano es tu otro yo, es como un hermano; somos todos iguales, yo diría que eso es. Si a uno le va bien económicamente, fantástico, pero la medicina hasta ahora da para vivir en forma cómoda relativamente, considerando la situación del país, pero uno no sabe qué va a pasar más adelante. Qué va a pasar con la gran cantidad de médicos que se están formando en las universidades, no se sabe qué va a pasar con la inteligencia artificial, o sea, el futuro se ve un poco complejo, pero esto también uno lo viene pensando desde hace muchos años atrás y no ha pasado. Sin embargo, va a llegar un momento en que la situación va a ser más compleja para la profesión médica, pero nunca hay que olvidar que es una profesión de servicio. Estás sirviendo al otro, llega un enfermo y uno tiene que hacer lo mejor posible, y dar un trato lo mejor posible, que se sienta apoyado o que el lenguaje que uno emplea, sea adecuado para el nivel sociocultural de quien está al frente. Hay que leer mucha literatura que no sea medicina, porque nos falta el conocimiento de otras disciplinas. Remitirnos únicamente a eso sería limitar la profesión sólo a la tecnología.

Vida gremial y premio a la profesión

Desde el año 1990 al 1999 fue presidente del COLMED Araucanía, incluso en su gestión se adquirió la actual sede gremial. ¿Cuál es el mayor recuerdo que destacaría en su paso por la Orden, en el contexto de la vuelta a la democracia?

Todo esto se desarrolla en base a lo que hicieron los otros. Construimos la sede, porque el Dr. Arturo Pinto, que había sido el presidente dos o tres períodos anteriores, que fue en la época de la dictadura, compró el sitio. Quedaba lejos, así como en los extramuros y es un sitio formidable. Contactamos a una oficina de arquitectos con prestigio y ahí contamos con el apoyo de la directiva nacional, por supuesto, del Dr. Maturana (aprobación) y después del Dr. Vacarezza (financiamiento). Otro acontecimiento relevante, fue cuando volvió la democracia, ahí realizamos un reconocimiento a los colegas detenidos desaparecidos. Nosotros tuvimos un grupo importante de víctimas del Golpe. Lo que hicimos fue hacer un homenaje a los profesionales detenidos desaparecidos o fusilados. Poder hacer eso fue algo que nos llenó de orgullo. También hicimos un diccionario médico mapuche-español, un trabajo interesante, una obra de la directiva de ese momento.

Por último, en el Día del Médico, el Gremio le otorgó la máxima distinción, la Condecoración de Honor de la Orden Médica Chilena. ¿Qué sensación tuvo cuando le comunicaron la noticia?

Fue sorpresivo. Estas situaciones uno no las piensa. Fue una grata sorpresa, sí. Uno se siente muy gratificado, es bonito; sin haber trabajado para ello. Sentí mucha felicidad de compartir con los colegas que cumplieron 50 años de carrera.

 


 

Reconocimiento a una carrera dedicada a la salud y sus pacientes

El Dr. Armando Sierralta Zúñiga desde el inicio de la década de los 80’, ha sido pionero en procedimientos endoscópicos diagnósticos y terapéuticos, ligadura endoscópica de varices esofágicas, terapias antivirales de acción directa contra el virus de la hepatitis C y terapias más efectivas en enfermedad inflamatoria intestinal.

Completó sus estudios de Gastroenterología en el Royal London Hospital en el año 1981 y en el Montefiore Medical Center en Nueva York en el año 1988. Es Profesor Asociado Facultad de Medicina en la Universidad de La Frontera, fue presidente del Colegio Médico Araucanía entre los años 90’ y 99’.

Además, la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE) lo reconoció con el premio “Invitado Nacional Dr. Ernesto Prado Tagle” (2018). Asimismo, durante el mes de diciembre del 2023, el Hospital Dr. Hernán Henríquez Aravena, en colaboración con la Universidad de la Frontera y el COLMED Araucanía, rindieron un homenaje al Dr. Sierralta con el nombramiento del servicio de endoscopia como “Servicio de Endoscopia Dr. Armando Sierralta Zúñiga”. En 2023, el Colegio Médico de Chile le otorgó la Condecoración de Honor de la Orden Médica Chilena.